Vuestros cuentos 

La Bobina Maravillosa

Enviado por miigueloso02  

Hubo una vez un rey poderoso y noble que se preocupaba por la prosperidad de su reino y el bienestar de sus súbditos. Tenía un único hijo heredero que era opuesto a él, pues se pasaba el día sin hacer nada. El príncipe era un vago redomado y perezoso hasta decir basta. No le interesaba la política, odiaba estudiar y tampoco se ocupaba de las tareas que le encomendaban. Pasaba el tiempo holgazaneando y paseando por el jardín, y nunca encontraba nada interesante que hacer.

50.00%

votos positivos

Votos totales: 2

Comparte:

La Balanza de plata

Enviado por miigueloso02  

Adaptación del cuento popular de España
En un pueblo de España cuyo nombre nadie recuerda, un pequeño comercio de telas cerró definitivamente y quedó abandonado por sus dueños. Pasó el tiempo y nadie volvió a interesarse por ese local, por lo que poco a poco fue perdiendo el lustre de antaño. Lo que había sido una bonita tienda en sus mejores días, se convirtió en un bajo viejo y oscuro cerrado a cal y canto.

Un día, unos chiquillos que jugaban en la calle se dieron cuenta de que una de las ventanas situadas sobre el antiguo escaparate, estaba rota. No lo dudaron: se subieron unos encima de otros y consiguieron auparse hasta que lograron colarse por el agujero del cristal.


¡Qué decepción se llevaron!…La vieja tienda estaba sucia y cubierta de polvo. Olía a humedad, se veían telarañas por todas partes y no había más que un par de sillas carcomidas por la polilla y algunos muebles desvencijados que ya no servían para nada.

Ya se iban cuando uno de los muchachos descubrió que, tras el antiguo mostrador, había una balanza muy extraña que tenía un misterioso adorno en el centro. Un segundo después, seis caritas curiosas se arremolinaban a su alrededor para contemplarla.

¡Qué maravilla!…Era una balanza de plata, estaba totalmente nueva y resplandecía como si le hubieran sacado brillo con un trapo esa misma mañana.

Les pareció muy hermosa, pero ni de lejos se imaginaban que además, era una balanza mágica. No servía para pesar alimentos como las demás balanzas del mundo, sino las buenas y malas obras de todos aquellos que la tocaban.

Inocentemente, uno de los niños, que era un chico bueno y generoso, puso su manita sobre el curioso adorno. El lado derecho de la balanza se inclinó y de repente, una intensa luz iluminó la habitación. De su plato, comenzaron a salir cientos de estrellitas, tantas como cosas buenas había hecho el pequeño durante su corta vida. Después, la balanza volvió a equilibrarse y el resplandor desapareció.

Otro de los amigos que estaban allí, a quien todos consideraban un poco egoísta, envidioso y vago, quiso intentarlo también. Tocó el adorno con su mano y la balanza se movió hacia la izquierda, iluminándose de nuevo. Los destellos eran tan fuertes que todos los niños tuvieron que mirar para otro lado cegados por la luz. Pero esta vez, del plato de la balanza, comenzaron a salir espadas, tantas como veces se había portado mal durante su vida.

Todos los muchachos de la pandilla fueron pasando en orden junto a la balanza para conocer lo que ese objeto, que parecía sacado de un cuento de hadas, tenía que decirles. Después, salieron disparados de

50.00%

votos positivos

Votos totales: 2

Comparte:

Palabras

Enviado por gabl  

Cuando mi voz se apague, con ella se irán las palabras que no quieres escuchar. Las palabras punzantes, de reclamo. Las que hablan de amor, de ternura, las palabras que se pronuncian muy quedamente para no romper el silencio cuando se reflexiona en busca del significado de las mismas.
Con ellas se irá el alma y quedará el eco retumbando entre paredes frías, sin vida, sin ondas sonoras que rebotar que regresen a tu sistema auditivo.
Serán las últimas palabras que perturbarán tu sentido del oído y cesarán las quejas y lamentos lastimosos que mortifican tu paz interior.

gbl
27/11/2017
Derechos Reservados de Autor

66.67%

votos positivos

Votos totales: 3

Comparte:

Cuanto Tiempo

Enviado por gabl  

¿Sabes qué largo ha sido esto?
Cuánto tiempo se ha perdido, no me refiero a días, meses o años. Me refiero a las palabras que se quedaron ahogadas en la garganta. Las que no se pronunciaron, las que el viento se llevó, las que se perdieron en mi mente.
Que duro resulta luchar con las palabras. Y que inmensa la distancia que ellas tendrían que recorrer para llegar a ti.
Cuántos cafés quedaron olvidados en la mesa, fríos, sin aroma.
Cuántos amapuches se perdieron en la cobija azul, ¡tu preferida!
Solo la almohada, mi fiel e inseparable compañera nocturna, sabe de abrazos, de lágrimas, de frases, de susurros involuntarios que se van con la horas mientras amanece.
Son remembranzas que forman parte de la memoria.
gbl

26/11/2017
Derechos Reservados de Autor

50.00%

votos positivos

Votos totales: 2

Comparte:

Camino de Recuas

Enviado por gabl  

¿Que ha sido de las bestias, en las esquinas?, en el paradero de campesinos. Venidos con sus frutos y hortalizas de los sembradíos y conucos en la montaña de los Valles del Tuy, cercana a Siquire, a Santa Lucía, monte adentro en los límites del camino a Guarenas.
Llegaban con la fresca amaneciendo, tiritando de frío que solo el aguardiente casero amainaba.
Llegados en tríos o pares la caravana de recuas cargados hasta reventar. Nobles mulas que soportan el peso sin mostrar cansancio.
Solo se aliviaban cuando el campesino se detenía por una necesidad física. O a comer un bocado cuando las tripas reclamaban.
Cuantos ojos al acecho por ventanas escudriñaban a los hombres que la niebla les daba aspecto fantasmal y cuántas mujeres se atrevieron a ofrecer su morada a cambio de hortalizas, vegetales o frutas frescas y hasta algunas monedas recibían a cambio del favor ofrecido.
Ya en entrando a Guarenas bajaban por la quebrada de Gueime buscaban el camino que los llevaba a la bodega, una vieja y amplia casona que servía de depósito de víveres y expendio de mercancía variada, atendía a la población que apenas se concentraba en las adyacencias de la antigua y amplia casa.
A media mañana, el lugar se iba quedando vacío, y a medida que el sol levanta se alborotaba en las cercanías el olor a estiércol y rancios orines.
Las ráfagas de aire esparcían por calles polvorientas el fétido aroma que hacían que los pocos transeúntes taparan sus orificios nasales con pañuelos de seda.
Hoy, olvidado el viejo y bucólico poblado que en 6 décadas dio paso a la ciudad con estampa pueblerina vienen a mi mente los recuerdos, al ver en un patio dos burros comiendo forraje. Recuerdos dejados en el pasado cuando en mi juventud andaba en bicicleta haciendo mandados a los señores que ostentaban riquezas porque tenían haciendas de cacao en las adyacencias.
Ya no hay paraderos de campesinos ni bestias en las esquinas. Las sepultó el progreso, las hogueras se apagaron y a aquellas mujeres que acechaban el tránsito de los campesinos a través de las ventanas, que entre murmullos corrían la voz en procura de algunas monedas, vegetales o frutas, el tiempo las convirtió en arrugadas abuelas.

gbl
25/11/2017
Derechos Reservados de Autor

66.67%

votos positivos

Votos totales: 6

Comparte:

El rey sabio

Enviado por miigueloso02  

Hace muchos, muchos años en una ciudad de Irán llamada Wirani, hubo un rey que gobernaba con firmeza su territorio. Había acumulado tanto poder que nadie se atrevía a cuestionar ninguna de sus decisiones: si ordenaba alguna cosa, todo el mundo obedecía sin rechistar ¡Llevarle la contraria podía tener consecuencias muy desagradables!


Podría decirse que todos le temían, pero como además era un hombre sabio, en el fondo le respetaban y valoraban su manera de hacer las cosas.

En Wirani solo había un pozo pero era muy grande y servía para abastecer a todos los habitantes de la ciudad. Cada día centenares de personas acudían a él y llenaban sus tinajas para poder beber y asearse. De la misma manera, los sirvientes del rey recogían allí el preciado líquido para llevar a palacio. Así pues, el pobre y el rico, el rey y el aldeano, disfrutaban de la misma agua.

Sucedió que una noche de verano, mientras todos dormían, una horripilante bruja se dirigió sigilosamente al pozo. Lo tocó y comenzó a reírse mostrando sus escasos dientes negros e impregnando el aire de un aliento que olía a pedo de mofeta ¡Estaba a punto de llevar a cabo una de sus maquiavélicas artimañas y eso le divertía mucho!

– ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!

Debajo de la falda llevaba una bolsita, y dentro de ella, había un pequeño frasco que contenía un líquido amarillento y pegajoso. Lo cogió, desenroscó el pequeño tapón, y dejó caer unas gotas en el interior del pozo mientras susurraba:

– Soy una bruja y como bruja me comporto ¡Quien beba de esta agua se volverá completamente loco!

Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche dejando una pequeña nebulosa de humo como único rastro.

Unas horas después los primeros rayos del sol anunciaron la llegada del nuevo día. Como siempre, se escucharon los cantos del gallo y la ciudad se llenó del ajetreo diario.

¡Esa mañana el calor era sofocante! Todos los habitantes de Wirani, sudando como pollos, corrieron a buscar agua del pozo para aplacar la sed y darse un baño de agua fría. Curiosamente, nadie se dio cuenta de que el agua no era exactamente la misma y algunos hasta exclamaban:

– ¡Qué delicia!… ¡El agua del pozo está hoy más rica que nunca!

Todos la saborearon excepto el rey, que casualmente se encontraba de viaje fuera de la ciudad.

Pasó el caluroso día, pasó la noche, y el nuevo amanecer llegó como siempre, pero lo cierto es que ya nada era igual en la ciudad ¡Todo el mundo había cambiado! Por culpa del hechizo de la bruja, hombres, mujeres, niños y ancianos, se levantaron nerviosos y haciendo cosas disparatadas. Unos deliraban y decían cosas sin sentido; otros comenzaron a sufrir alucinaciones y a ver cosas raras por todas partes.

No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio!

El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a pensar que se había vuelto loco de remate.

Completamente trastornados salieron corriendo en tropel hacia la plaza principal para decirse unos a otros:

– ¿Os habéis dado cuenta de que nuestro rey está rarísimo? ¡Yo creo que se ha vuelto majareta!

– ¡Sí, sí, está como una cabra!

– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro!

Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca puso el grito en el cielo.

– ¡¿Pero qué demonios está pasando?! ¡Todos mis súbditos han perdido el seso y piensan que el que está loco soy yo! ¡Maldita sea!

A pesar de la difícil papeleta a la que tenía que enfrentarse, decidió mantener la calma y reflexionar. Rápidamente, ató cabos y sacó una conclusión que dio en el clavo:

– Ha tenido que ser por el agua del pozo… ¡Es la única explicación posible! Sí, está claro que todos han bebido menos yo y por eso me he salvado… ¡Apuesto el pescuezo a que esto es cosa de la malvada bruja!

Mientras cavilaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una jarra de barro en la mano.

– ¡Caballero, présteme la jarra!

– ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!

El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron tras él conteniendo la respiración.

– Así que pensáis que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien, ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!

El rey metió la jarra en el pozo y bebió unos cuantos sorbos del agua embrujada. En cuestión de segundos, tal como había sentenciado la bruja, enloqueció como los demás.

Y… ¿sabes qué pasó? Pues que los perturbados ciudadanos comenzaron a aplaudir porque pensaron que al fin el rey ya era como ellos, es decir… ¡que había recobrado la razón!

(c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA

66.67%

votos positivos

Votos totales: 3

Comparte:

El niño y la luz

Enviado por miigueloso02  

En un pequeño y lejano pueblo de China vivía un niño llamado Kang. Sus padres eran unos campesinos muy pobres así que los tres trataban de salir adelante como podían y sin poder permitirse ningún tipo de lujo. Tenían algo de comida y un techo bajo el que dormir, nada más.

El matrimonio soñaba con que algún día su hijo Kang pudiera estudiar. Ambos tenían muy claro que no querían para él la vida que ellos llevaban y aspiraban a que tuviera un futuro más prometedor en la ciudad.

Kang, consciente de esto, era un chico bueno, aplicado, inteligente y estudioso, pero cada día se encontraba con un problema que le ponía las cosas todavía más difíciles. Durante el día ayudaba a sus padres en las labores del campo, y cuando quería ponerse a estudiar, ya era de noche. Esto resultaba un gran inconveniente para él porque en su cabaña de madera no había luz artificial.

Estaba desesperado ¡Quería estudiar y sin luz no podía leer! Deseaba aprobar los exámenes de la escuela y con los años poder ir a la universidad, pero mejorar su educación a oscuras era totalmente imposible.

Un año llegó el crudo invierno y una noche se asomó a la ventana para ver el fabuloso paisaje nevado. Estaba ensimismado cuando se dio cuenta de que la nieve emitía una luz blanca muy tenue, muy bella pero casi imperceptible.

Kang, que era un muchacho muy listo, decidió aprovechar esa pequeña oportunidad que le brindaba la naturaleza. Se puso un viejo abrigo, se calzó sus estropeadas botas de cuero, cogió el material del colegio, y salió de la habitación caminando muy despacito para no hacer ruido.

La capa de nieve era muy espesa pero, a pesar de todo, se tumbó sobre ella. Abrió uno de sus libros y gracias a la luz blanquecina que reflejaba la nieve pudo leer y aprovechar para aprender. El frío era infernal y sus manos estaban tan congeladas que casi no podía pasar las páginas, mas no le importaba porque sentía que merecía la pena el esfuerzo. Permaneció allí toda la noche y como ésa, todas las noches del invierno.

El tiempo pasó rápidamente y un día los rayos de sol de la recién llegada primavera derritieron la nieve. El pobre Kang observó con lágrimas en los ojos cómo su única oportunidad de poder estudiar se disolvía ante sus ojos sin remedio.

Después de cenar se acostó pero debido a la preocupación no pudo dormir. Harto de dar vueltas y más vueltas en la cama decidió salir a dar un paseo por el bosque en el que había pasado tantas horas en vela.

¡La visión que tuvo fue increíble! Contempló emocionado cómo la primavera se había llevado la nieve, sí, pero a cambio había traído un montón de luciérnagas que iluminaban y embellecían las cálidas noches de marzo.

Se quedó un rato pasmado ante el hermoso espectáculo y de repente, tuvo una nueva gran idea. Entró corriendo a su cuarto, cogió los libros y regresó al bosque. Se sentó bajo un árbol de tronco enorme y dejó que las luciérnagas se acercasen a él.

¡Bravo! ¡Su luz era suficiente para poder leer! ¡Se sintió tan feliz! …

Una noche tras otra repitió la misma operación y estudió bajo la brillante luz de los amigables bichitos. Gracias a eso pudo aumentar sus conocimientos y avanzar muchísimo en sus estudios. El chico era pobre y no tenía recursos, pero gracias a su sacrificio, esfuerzo y voluntad, consiguió superar una barrera que parecía insalvable.

Durante años estudió sobre la nieve en invierno y con ayuda de las luciérnagas en los meses de primavera y verano. El resultado fue que consiguió superar todas las pruebas y exámenes de la escuela con calificaciones brillantes.

Al llegar a la mayoría de edad entró en la universidad y llegó a convertirse en un hombre sabio y adinerado que logró sacar a su familia de la pobreza. La vida le recompensó.

Esta preciosa historia nos enseña que nunca hay que venirse abajo ante las dificultades. Con ilusión y esfuerzo casi todo se puede lograr. Vence los obstáculos y lucha por tus sueños. La vida te recompensará igual que al bueno de Kang.


(c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA

50.00%

votos positivos

Votos totales: 2

Comparte:

JOEL ESTABA ATRAPADO EN UNA...

Enviado por dudu  

Joel estaba atrapado en una casa embrujada, él se veía en una incomoda situación, estaba siendo perseguido por un grupo de fantasmas.
Joel completamente desconcertado, corre y corre, corre como si no existiera un mañana; a lo lejos, aunque de una manera muy difusa, logra ver la salida, Joel hecha carrerilla para salir ese espantoso lugar; pero para su suerte la puerta esta cerrada y este es acorralado por los fantasmas.
Game Over
Your Score: 7147

79.66%

votos positivos

Votos totales: 59

Comparte:

Inevitable final

Enviado por dudu  

Estaba acostado, con los ojos cerrados, todos me pedían que no lo hiciera pero lo hice; al parecer no tenía que morir.

60.00%

votos positivos

Votos totales: 5

Comparte:

El brillo de la luciérnaga

Enviado por miigueloso02  

Un día como otro cualquiera, en un campo no muy lejano, una mariquita y una mariposa, grandes amigas, pasaban la tarde burlándose de una luciérnaga. La mariquita tenía unos colores vivos que alegraban mucho el campo, al igual que la mariposa, cuyas alas parecían teñidas de purpurinas. Presumidas por sus grandes cualidades físicas, no lograban ver con buenos ojos a una luciérnaga vecina y, por ende, no la querían como amiga.

Eres un bicho muy feo, vecina- Dijo la mariposa sin ningún pudor refiriéndose a su vecina luciérnaga.

Pero la luciérnaga no respondía a aquellos comentarios burlones y despiadados, ni se sentía humillada ni avergonzada por su aspecto poco llamativo. Ella vivía tranquila segura de sí misma. Tanto, que un día se atrevió a enfrentarse a la mariquita y la mariposa proponiéndoles un interesante plan.

Mañana por la noche voy a dar una vuelta por los prados. Me gustaría que vinierais vosotras también, pues tengo una sorpresa que daros.

La mariquita y la mariposa, que eran muy dadas a la curiosidad, decidieron aceptar la propuesta de la luciérnaga acudiendo veloces en la noche al prado al que se refería su vecina. Pero no lograban encontrar a la luciérnaga por ningún sitio. Pronto, sin embargo, un brillo extraordinario captó la atención de ambas. Sobre el cielo oscuro de la noche parecía verse una estrella muy cercana y con un resplandor brillante y precioso. La estrella pronto descendió posándose a los pies de la mariquita y la mariposa. ¡Cuál fue el asombro de las dos al observar que aquella estrella era en realidad la luciérnaga de la que tanto se habían burlado!
Avergonzadas, pidieron disculpas a la luciérnaga que las aceptó con mucho agrado, recordándoles mientras se marchaban que, la mayoría de las veces, las apariencias engañan.

75.00%

votos positivos

Votos totales: 4

Comparte:

Desde el 371 hasta el 380 de un total de 428 Cuentos

Añade tus comentarios