Vuestros cuentos 

una breve historia de destrucción

Enviado por gonci  

Una historia de destrucción
El ocaso se cierne

El rugido del apocalipsis resuena en mis oídos. El cielo, antaño un lienzo azul salpicado de estrellas, ahora es un infierno de nubes oscuras y relámpagos tapados por el humo de la destrucción. La tierra tiembla bajo mis pies, como vasijas rotas se desquebraja. los sonidos y ecos de la destrucción se mezclan con los sonidos de agonía y lamentos de dolor.
En medio del caos, veo un grupo de personas que parecen aferrarse a la esperanza dentro de tanta destrucción. van guiadas por alguien que los dirige, buscando refugio entre las ruinas de un edificio en ruinas que antaño fuera una biblioteca. Me mezclo entre ellos esperando encontrar una razón para tanta destrucción

El final de la vida llega
y parece que nadie se entera.
Seguimos con nuestra rutina
sin notar nada en el ambiente.
El sol se oscurece de forma anormal
y el cielo parece que vaya a estallar.
Las estrellas poco a poco se apagan
y hoy la luna se pinta de rojo sangre.

El mar se agita,
hay marejada alta.
Las flores se marchitan
y los terremotos nos sacuden.

La Biblioteca:

Las gruesas paredes de la biblioteca parecían ofrecer un tenue velo de protección contra la furia del exterior. El polvo y la oscuridad reinan en el interior, apenas se ilumina por las antorchas que portan los supervivientes. El hombre que nos guía, con voz temblorosa, comenzó a leer un antiguo libro. Sus palabras, cargadas de sabiduría, narran la historia de la humanidad y su inevitable caída.

los fragmentos del pasado:

A medida que el hombre nos leía, me sumergía en las páginas del pasado. A través de las historias narradas en los libros, que narraban el auge y la caída de antiguos imperios, la crueldad de las guerras, la desolación de la pérdida de la belleza del arte y de la bondad humana. Cada página me acercaba más a la comprensión del fin, pero también me brindaban un atisbo de lo que una vez fueron.



El aire se envenena,
el aire quema, las ratas huyen.
El ruido se hace ensordecedor
después de una erupción.
El silencio se hace eterno
y el pánico se hace supremo.










La batalla final:

Las fuerzas de la oscuridad, personificadas en los libros apocalípticos, se acercaban a la biblioteca. Armados con el conocimiento del pasado, nos preparamos para la batalla final. un enfrentamiento encarnizado entre la luz y la oscuridad, entre la esperanza y la desesperación.

Manadas de animales huyendo,
pájaros cayendo.
Plantas que se marchitan,
frutos que se pudren,
gusanos saliendo a la superficie


Amanecer incierto:

Al final, solo unos pocos sobrevivimos y salimos de la biblioteca al amanecer. el paisaje que encontramos era desolador, un páramo desolado, sin vida solo ruinas por todas partes.
Yo me separé del grupo de supervivientes, no quería llevar la carga de los demás ni que los demás llevasen la mía, y seguí mi camino.


Los creyentes se aferran a su fe,
los ateos se burlan.
Los coronados se elevan,
los pecadores se hunden.
El fin del mundo ha llegado
y nadie lo ha evitado.
Ahora la vida se ha acabado,
la muerte lo reina todo.

¿En serio, no podíamos haberlo evitado?

.
¿Sueño hostil?
Avanzando a tientas por el bosque hostil, me encontraba al borde de la desesperación. Los sonidos aterradores, las formas fantasmales y el hedor a carne quemada me envolvían en una atmósfera de terror y desolación. La pregunta de si estaba soñando, muerto o atrapado en un infierno me atormentaba sin descanso.

Solo, por la espesura del bosque
Adentrándome cada vez más en la niebla,
Sin ver más allá de la realidad,
Sin saber a dónde iré a parar

Altos pinos de acero me rodean,
Enjambres de matorrales y desechos
Van frenando mis pasos,
hojas como guillotinas
Vuelan por mis lados,
las estrellas, ya no brillan.

Percibo ruidos extraños,
sentimientos desconocidos,
siento frio en el alma y los huesos,
los recuerdos me torturan,
y serpientes de neón me agobian.


El miedo me atenaza como una garra de acero. Sentía un terror que me helaba la sangre y me paralizaba los miembros. No podía moverme, ni pensar, solo sentir el frío que me recorría la espalda y el pánico que me oprimía el pecho. La niebla espesa me envuelve como un sudario, ocultándome el camino. Lo que ayer fueron grandes y altos edificios, ahora solo son chatarra y despojos, recuerdos en la memoria de alguien, solo eso.
La noche oscura y su espesa niebla, no me dejan ver por donde voy ni hacia donde, solo escucho ruidos de acero rompiéndose de casas cayendo. Cuando terminará este caminar sin saber porque ni hacia dónde.



Un Resquicio de Esperanza:
De repente, un tenue destello de luz se abrió paso entre la niebla. Me dirigí hacia una suave fuente de luz. Al llegar, me encontré con una pequeña cabaña de madera medio derruida. La puerta entreabierta parecía invitarme a entrar. Aprete el paso todo lo que mi cuerpo y mis pulmones me permitieron, apenas podía ver entre penumbras la forma de una pequeña casa o cabaña. pude llegar antes que el aire con olor a desesperación dejase de inundar mis pulmones, justo cuando las formas fantasmales, salían de la oscura niebla.

No sé dónde estoy, ni como he llegado hasta aquí,
Mis ojos lloran de escozor por el humo,
y formas fantasmales me envuelven,
Hay algo en el aire que respiro, algo con olor ocre,
Que me hace sentir mareado.


El Refugio:

Con cautela, crucé el umbral de la cabaña. En el interior, encontré a una anciana de aspecto amable y sereno. Me ofreció un lugar junto al fuego y me brindó un plato de sopa caliente. La anciana me habló con palabras tranquilizadoras y me contó historias sobre la supervivencia y la esperanza.


Estoy perdido en este mundo hostil,
Solo, sin saber que hacer ni donde ir,
el miedo me apresa, me oprime
como una serpiente gigante,
que abre sus fauces encima de mí.
La Revelación:

Al escuchar las historias de la anciana, Comprendí que no estaba solo. Sus palabras me llenaron de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Me habló de la importancia de la esperanza y de cómo la humanidad había sobrevivido a los peores desafíos. La humanidad había sobrevivido al apocalipsis, aunque fragmentada y dispersa. La anciana me reveló que el bosque era un lugar de prueba, un filtro para aquellos que buscaban un nuevo comienzo. Me despedí y continué mi camino.

¿Estoy soñando? ¿estoy muerto?
¿Atrapado en un mundo infernal?
No lo sé.
Solo sé que tengo que seguir caminando.


Cuerpos, cuerpos y más cuerpos I

Caigo de rodillas, la tierra húmeda y caliente mancha mis ropas. Un sollozo ahogado brota de mi garganta, un sonido gutural que refleja el dolor que consume mi ser. La pregunta resuena en mi mente, un eco tortuoso: ¿Por qué?

Cielo negro, lleno de cenizas
El sol se rompe bajo el sonido de trompetas.
Aire que duele, con sabor ocre.
Agua que quema cae de las nubes quebradas.
Todo alrededor huele a sangre y sudor.

Odio, sufrimiento y dolor.
Buitres callados van extendiendo sus alas,
Sobre la carne quemada.
Mientras camino, solo veo destrucción.


Un silencio fantasmal se ha apoderado del mundo. Ya no hay gritos de infantes llorando, solo el crujir de las estructuras que aún se mantienen en pie. El hedor a muerte impregna el aire, una peste nauseabunda que me obliga a contener la respiración. Humo negro lleno de figuras fantasmales, sin forma determinada, solo la imaginación se la podría dar, pero creo que son la causa de tanta destrucción.



Mientras camino sin rumbo,
veo que no hay a donde ir.
Mis piernas se doblan por el dolor.
Mis manos tiemblan de terror.
Y noto las cicatrices en el corazón.

Cuerpos y cuerpos y más cuerpos.
donde llega la vista, solo veo cuerpos.
Cuerpos desgarrados, destrozados.
Cuerpos, cuerpos y más cuerpos, abandonados.

Mi alma, quiere escapar de mi cuerpo.
Mi mente no entiende.
¿que está sucediendo?
Quiero escapar de esta destrucción.

Pienso en Dios y en todas las cosas buenas que han desaparecido por egoísmo, por envidias por religión.
No hemos sabido respetar a la humanidad ni a nuestro planeta, ni hemos sabido apreciar jamás lo que teníamos, ahora, lo hemos destrozado todo y solo nos queda llorar con el alma tanta desolación y soledad.


Cunas destrozadas
Cochecitos de bebé estrellados.
Mesas con los platos puestos.
Habitaciones con las camas hechas.

Y cuerpos, cuerpos, muchos
cuerpos abandonados.
cuerpos destrozados.
cuerpos desgarrados.

Lloro sangre
Mi corazón no puede más.
Mi cuerpo ya no quiere.
no puede caminar.

Y yo me pregunto,
¿Por qué? ¿Qué hemos hecho tan mal?
¿Qué hemos hecho para merecer esto?
¿Es esta la venganza de Dios?


Cuerpos, cuerpos y más cuerpos II

Parece que Dios, está dormido o ha huido.
Mientras intento arrastrar mi cuerpo
Mis piernas, troncos de plomo,
se niegan a obedecer.
Mis pies, llagas abiertas,
apenas rozan el suelo.

Tengo que moverme, no puedo terminar así
en un mundo destrozado lleno de dolor
y lejos de todo amor.
Aún sigo escuchando los gritos y sollozos
el aire quema con olor a ocre
en medio de tanta destrucción.

Me vienen a la cabeza las historias de la amable viejecita, historias del Armagedón, que se desató sin ninguna razón, solo por el absurdo motivo de que unos pocos querían demostrar su poder y su superioridad sobre los demás. Porque yo soy mayor, yo tengo más que tú, mis misiles alcanzan más o tengo que probar la energía atómica. Malditos estúpidos, que jugaron con la vida de millones de inocentes, que arrasaron con la naturaleza y la belleza del planeta, que sembraron el odio y el miedo en el corazón de la humanidad. Malditos estúpidos, que no supieron valorar lo que tenían, que no aprendieron de la historia, que no escucharon la voz de la razón. Malditos estúpidos, que nos condenaron a todos a un futuro incierto y sombrío, que nos robaron la esperanza y la alegría, que nos dejaron un legado de cenizas y lágrimas.


Veo algo de luz a unos 400 metros de mí.
Entorno los ojos y puedo ver que es una hoguera,
¡¡Y gente alrededor, parece que están bailando!!?
Sí, están bailando alrededor del fuego
Y en el centro de ellos, Una figura alta gruñendo.

Me arrastro en su dirección, me araño la cara, las manos.
Mis pantalones ya solo son jirones de algo
que hace ya tiempo fuera ropa
ya ni me acuerdo desde cuando los llevo puestos.
Intento acercarme un poco más, pero un trozo de chatarra cae.

El ruido me asusta, y me quedo quieto escondido
Una manada de cuervos sale volando y
un buitre Aterriza a mi lado, No me gusta nada como me mira
¡¡¡largo, largo de aquí, aún no estoy muerto!!!
Lo espanto moviendo los brazos lo único medio sano que me queda.

Desde donde estoy, puedo ver lo que pasa,
Cuento 12 personas más la figura que gruñe
Están danzando una grotesca danza alrededor del que gruñe
Lanzando cánticos que no logro entender
Después de un rato, caen al suelo desmoronados.

El que gruñe se gira, parece que me ha visto
Me acurruco más aún entre los matorrales, que ya me hieren
Pero no, parece que no y vuelve a girarse y
a mirar a los que tiene caídos a sus pies
parece, dudar con que hacer.

Los demás renuevan los cánticos que sigo sin poder entender
Y comienzan una fiesta grupal donde todo es sexo y violencia.

Dios, donde estás, como puedes permitir esto.
¿Cómo pudiste permitir tanto odio y maldad?
Que pasó, por qué tanta destrucción,
¡Por qué permitiste a la maldad!
¿Sobreponerse al bien?

¿Por qué? Tanto odio, ¿por qué Tanto dolor?


Mientras observo la grotesca escena, una ola de náuseas me invade. Mi cuerpo, exhausto y dolorido, se rebela. Cierro los ojos con fuerza, deseando con cada fibra de mi ser despertar de esta pesadilla. Un zumbido comienza a resonar en mi cabeza, creciendo en intensidad hasta que se convierte en un rugido ensordecedor. De pronto, una luz cegadora me envuelve por completo.

Al abrir los ojos, me encuentro en un lugar completamente diferente. Un campo verde y exuberante se extiende ante mí, bañado por la luz dorada del sol. El aire es fresco y puro, y el canto de los pájaros llena mis oídos. Me incorporo, sintiendo una renovada energía en mis músculos. Me miro las manos las, y en lugar de las heridas y la mugre, veo una piel sana y tersa.

Un escalofrío me recorre la espalda. ¿Era todo un sueño? ¿O acaso he sido transportado a otra realidad? A lo lejos, diviso una figura que se aproxima. A medida que se acerca, reconozco a la anciana de mirada serena y sonrisa bondadosa.

"Bienvenido", me dice con voz suave. "Has pasado por una gran prueba, y tu fuerza interior te ha permitido superarla."

Confundido, le pregunto qué ha pasado. La anciana me explica que el mundo que presencié era una creación de mi propia mente, un reflejo de los miedos y la oscuridad que anidan en mi interior. "La destrucción que viste era el resultado del odio y la violencia que consumes a diario a través de las noticias, las redes sociales y las conversaciones con personas negativas", me dice.

"Pero ahora", continúa, "tienes la oportunidad de elegir un nuevo camino. Puedes enfocarte en la belleza que te rodea, en la bondad que existe en el corazón de las personas y en la esperanza de un futuro mejor."

En ese momento, comprendo que la anciana tiene razón. Tengo el poder de crear mi propia realidad, de elegir el tipo de mundo en el que deseo vivir. A partir de ese instante, decido enfocarme en lo positivo, en la luz que aún brilla en la humanidad. Y con esa determinación, emprenderé un nuevo camino, un camino de paz y de esperanza. Pero no sé qué me deparará el futuro. Solo sé que estoy dispuesto a luchar por un mundo mejor.



FIN

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La niña

Enviado por alvaro123  

Aquella niña fue quizá mi primer amor real, un gusto mutuo, un deseo correspondido y casi consumado.
La conocí de una manera inusual, poco convencional…
Era al inicio una chica inocente, cándida y reservada; hasta que una pregunta de ella, me hizo desnudarla y hacer que muestre su verdadera faceta.
Tenía 17 y yo 22 años, no me importaba eso.
Se llamaba Kiara, tenia un cuerpecito muy atractivo y casi provocativo para mi.

El tiempo pasaba, yo me fui enamorando de ella y ella quizá también de mi. Yo estaba loco por verla.

Con ella experimente de todo, y sin verla, tuve ya sexo virtual. Era posesiva y celosa, pervertida y criollamente ‘’arrecha’’.
Me pedía que la inaugure, y que sea lo más antes posible. Y yo por supuesto, quería.
Quería hacerlo ya mismo.

Fueron dos veces en las que discutimos, fueron tonterías de ella, pero para Kiara no lo eran.
Ella lo tomaba en serio, yo rogaba y suplicaba su perdón y ella me lo concedía.
La frase popular: ‘’A la tercera, es la vencida’’, es real.

Recuerdo lo que me dijo, y recuerdo también lo que le dije, pero creo que es algo muy íntimo para contar en estas líneas…

Quien escribe, fue quien la dejó.
Me sentí liberado, feliz. Pero luego de ese transitorio momento, llegó lo que más temía.
El dolor llegó, entro y se posó sobre mi alma. Sentía varias cosas, sabía que no era amor. Pero como dicen: ‘’La costumbre, es más fuerte que el amor’’.
Es verdad.
Amanecer un día y sin el mensaje de: ‘’Buenos días bebé’’, era ya un dolor. Decirle ‘’amor’’, era ya cosa del pasado.
Había conocido a una chica que, si todo fue real, se había enamorado de mi, tal y como era.
No soy un monstruo, pero tampoco soy el prototipo de ‘’bonito’’ en la sociedad peruana.

Se me había hecho impresionante que una persona como yo, le parezca atractivo a una chica. Y además, que tenga deseos que yo sea su primera vez en ‘’el ring de las 4 perillas’’.

Sentía que había perdido no solo a una mujer que me quiso, sino también en tomar la pureza de una chica virgen. Perdí un el tesoro más grande que me pudo ella dar. No tuve otra escapatoria que reunirme con una ‘’conocida’’ que satisfacía mis necesidades carnales. Se llamaba Miluska, pero le decían ‘’Baby’’.
Es una increíble mujer.
Poseía un rostro de niña, unos pechos pequeñitos y lindos y un vistoso clítoris que no se dejaba mostrar por nada. Sus gemidos eran lindos, y casi a punto de terminar siempre daba un suspiro.
Aunque nos hayamos visto solo una vez por falta de dinero, obviamente por parte mía.

Ambos, Baby y yo, éramos cóncavo y convexo.
En las 3 faenas que mi cuerpo resistió, fui feliz.
Había olvidado a Kiara, la niña.
Quería que Miluska sea mi mujer, quería que me satisfaga como ya lo sabía hacer.
Acabando el tiempo, volví en mí y recordé a la niña.

Regresé a casa pensando en ella, lamentándome en dejarla.
Pero mi ‘’alter ego’’ me decía que hice lo correcto, que como hombre tenía que hacerme respetar y no ser el juguete de nadie. Sin embargo, aún me dolía.
Pasó el tiempo y seguí con mi vida, me fui poco a poco olvidando de Kiara.
Llegó un día que, en medio desenfreno, le volví a escribir.
Me aceptó y volvimos a jugar a los novios, a los amantes.
Yo con el papel de el hombre necesitado de sexo, y ella… Pues ella como la única que me podría dar eso.
Fui su marioneta durante este nuevo tiempo, hacia lo que quería conmigo, y a mi me gustaba. Lo llegué a disfrutar. Me gustó ser mandoneado por ella, me gustó que ella sea tóxica conmigo. Me gusto ser su juguete.

Algo que en la vida nunca falta, son las discusiones y también las deudas. En este tiempo para mi, fueron ambas. Algo que descubrí de ella, fue que era muy sexual. Quería estrenarse rápido, pero solo en mensaje. Era un teatro lo que hacía; saliendo del set, la cosa cambiaba. Pero era cierto que sí quería ser estrenada, pero no ahora.
Quería que sea conmigo, pero tampoco ahora.

En nuestras conversaciones, practicábamos el sexo virtual. Me excitaba mucho hacerlo con ella, y saber sobretodo que ella gozaba de eso.
Ella disfrutaba al ver una foto de mi región orgánica viril y yo disfrutaba leer sus comentarios provocativos y sexualmente obscenos. Nos queríamos, nos deseábamos, nos tocábamos el uno al otro. En nuestras mentes, ambos, ya habíamos hecho el amor.

Pasaron días y tuvimos discusiones, le rogaba que no me deje, que me había vuelto adicta a ella y que sin su compañía, yo no podría volver a ser el mismo. Ella volvía a mi; quizá por aflicción, pero volvía.
Yo era feliz, ese día celebraba. Había fiesta en mi corazón y todos estaban invitados.
Quedamos para vernos y conocernos por fin, saber cómo éramos en persona. Cómo era en persona aquella chica que me hacía feliz con sus mensajes…
Y por supuesto, cómo era el chico que le mandaba fotos de su miembro a ella. Miembro con el cual gozaba y se tocaba.
Ambos de por sí, fuimos sexualmente atraídos.
Aquella cita nunca se consumó, el día 13 de febrero del año 2024 quedamos en vernos. Un día antes de San Valentín.
Hablamos hasta las 11:39am… después de eso, desapareció y no supe más de ella.
Está demás decir y explicar cómo me sentí…
No la vi más, no supe de ella más.
La vida me había regalado una compañera, sin embargo, yo me encargué de decirle: ‘’No la necesito’’.
Cuando en realidad, rogaba por ello.
Mi vida continuó, a pesar del llanto y de la llaga aún abierta. Seguí adelante.
Nunca le tuve rencor por dejarme sin explicaciones, lo que sí me queda es agradecerle.
Darle gracias por iniciarme en el amor, en volver a sentir cariño, tristeza, alegría y pena por alguien; en haber experimentado todo eso con ella.
En sentirme querido y deseado.
Si algún día nos vemos, no puedo prometerte el no llorar pero lo que sí, es correr a tus brazos y decirte: ‘’Gracias por todo, niña mía’’.

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Historia de no correspondencia en ocho días

Enviado por conejo-blanco  


Sábado 27 de enero

Él no ha dejado de pensar en ella por dos semanas, se ha embriagado y al despertar encontró una nota hecha por si mismo y dirigida a su yo más sobrio, donde se revelaban los sentimientos que tenía hacia ella

Martes 30 de enero

Se vieron y el intentó besarla, ella dijo que no, él le contó la verdad, que le gustaba, y de la nota escrita por su yo más ebrio, ella dijo que no le creía.

Jueves 01 de febrero

Él le escribió una carta:

Cosas por las que me gustas
(En caso de que ella no me crea)

Yo sé que no me crees cuando te digo lo que siento por ti y como platicamos entiendo si no te sientes igual, pero escribí esto porque es importante que creas en las cosas que voy a mencionar ,y no me malinterpretes, quiero que sepas que mereces amar y ser amada y si te cuestionas a ti misma si es cierto lo que siento por ti, aquí estoy para decirte:

me gustas Maja, me gustas por quien eres, y no por quien creo que eres, y conocer a las personas toma tiempo, me gustaría conocerte más y querer esa parte de ti también

Eres una persona increíble que cambiará el mundo, lo haces todos los días con los pequeños detalles, tienes el potencial de hacer lo que tú quieras, eres alguien poco común en este mundo indiferente y respeto mucho eso

quiero que sepas que eres valiosa y que aunque me digas que estás rota y no sepa en cuantas piezas, si te cuestionas a ti misma ¿quien podría querer a alguien así? Aquí estoy para decirte: Yo podría querer a alguien así y me sentaría a tu lado a ver si hay algo roto, para juntar las piezas de una por una y abrazarte lo suficientemente fuerte para unirlas y buscar todas las piezas faltantes porque son parte de ti

No tienes que creer en mi, quiero que creas en ti y en lo increíble que eres para mí, y para todos los demás

Miércoles 07 de febrero

Unos días después él le envío el siguiente mensaje:

Me gustaría preguntarte algo, es solo algo que está en mi cabeza en este proceso y posiblemente sea lo ultimo que sabras de este tema

Acordaron verse a las ocho…

Entonces él inició:

Después de leerte el pequeño texto que escribí, me respondiste que existe un tal vez en momentos de la vida, estuve pensando en eso, y quiero preguntarte si he entendido mal porque, actualmente para mí existen dos posibles caminos:

En el primero definitivamente no quieres saber nada de mí en ese sentido y solo me has dado un consejo de amiga.

En el segundo, existe la posibilidad de convencerte de que esto es cierto y que vale la pena intentarlo.

Mi opción preferida, sin embargo, es la segunda opción y es complicada porque hay una línea delgada entre demostrarte que esto me importa y quiero hacer el esfuerzo y hacer el ridículo dándote una mala impresión como alguien que intenta forzar a que algo se desarrolle.

En caso de que diga que si:

(Texto eliminado por el autor)

En caso de que no:

Ahí muere

Un desenlace esperado, ella le confirmo que seguia usando tinder, un fuerte dolor escondido entre los pulmones, mañana lo resolverá solo.

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La hormiga y el gusano

Enviado por zann  

La hormiga y el gusano


Cierto día, una hormiga exploradora se encontraba buscando alimento para la colonia cuando escuchó una voz grave y ronca que la llamaba desde lo alto de unas anchas hojas.

—¡Oye tú, pequeña! ¿Por qué trabajas tan duro todo el día? —preguntó un gordo y curioso gusano que llevaba un tiempo viendo cómo la hormiga se afanaba en sus labores.

—Estoy en búsqueda de alimento para la colonia —respondió la hormiga con orgullo.

—¿Entonces eres de esos tontos que recogen alimentos para otros? ¿Y qué pasaría si te hieren en tu búsqueda, o si mueres? ¿Realmente importaría para tu colonia? ¿Acaso alguien vendría a buscarte? —cuestionó con desdén el trabajo de la hormiga.

—¿Por qué tendría que buscarme a mí misma? —preguntó la hormiga, confundida.

—¡Así que reconoces que no eres importante! —replicó burlonamente el gusano y añadió—; yo prefiero vivir solo, sin que nadie me dé órdenes. Elijo mi propio destino, decido qué comer y dónde vivir. No recojo alimento para nadie y no necesito a nadie.

Entonces, dos hormigas más saltaron desde su espalda y arremetieron contra el gusano. Apenas podía moverse cuando cayó, y pudo oír cómo las tres hormigas decían a una voz:

—Zánn Andrés

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El último neandertal

Enviado por zann  

El último neandertal


En una caverna rupestre y, alrededor de la hoguera, Golbrich el neandertal, conversaba con su familia.

—Son tiempos difíciles… ¡Brorum! ¡Ah, si solo fueran las fieras eso no sería un problema! Pero esos otros sí son realmente una molestia; ya quedamos muy pocos…

¡Ah, si solo fueran las fieras eso no sería un problema! Esos otros… sí, son ellos… ¡Brorum! —Atizaba las brasas mientras su mirada se perdía en la llama, antes de apagarse para siempre.


—Zánn Andrés

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El maya

Enviado por zann  


—Alcanzaré esas luces incontables de la noche —dijo Aya’wab P’éel Ichil— mientras miraba más allá del espeso bosque.

Así que le pidió a su padre que lo alzara en brazos lo más alto posible y, por más que arañaba el aire, no pudo alcanzarlas.

Creció hasta convertirse en el mejor de los guerreros. En esos días, subió al árbol más alto que estaba en la cumbre de la montaña más alta, extendió su brazo todo lo que pudo para hacerse con ellas, pero de todas formas no consiguió alcanzarlas.

Fue entonces, ya siendo emperador, cuando construyó en aquella cumbre la más alta de las pirámides y, después de subir hasta la cima, saltó con todas sus fuerzas; lo hizo una y otra vez, pero tampoco logró alcanzarlas.

Se quedó allí en silencio contemplando aquello.

—¡Ah, si tuviera más tiempo! —dijo— y bajó a la gran ciudad que había edificado.


—Zánn Andrés




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Relatos vividos: Sí, soy pajero

Enviado por alvaro123  

Me enamoré de Jozabet
no sé si fue amor, pero me gustaba.

Era tan linda, de piel dulce y suave
y aroma de paz.

Con solo verla, yo era feliz
y ya al hablarle, me sentía dichoso.

Vestía siempre formal y su caminar me tentaba
a la lujuria, al erotismo, a dejarme llevar por mis
más bajos instintos humanos y montarla frenéticamente tal cual fuese un caballo.

Poseía un cuerpo de poesía y de trazos y curvas
curvas cuyo autor supo muy bien dónde ponerlas para maravillar al público.

Ella era un mar sin explorar, yo quería ser el pirata que gozase del tesoro único que solo ella guardaba y podía darme
Quería escalar esos reducidos montes y beber del manantial donde se encontraban las riquezas
más valiosas que esa dulce jovencita
me podía ofrecer


La deseaba con locura

Ella era pura e inmaculada y yo un pajero, un experto calificado en lo que yo denomino: ‘’El arte del Onanismo’’.

Pero la quería, rogaba a Dios por tenerla, sin embargo, no la tuve; hasta ahora.

Por lógicas razones, ella no me hablaba, pero yo
sí quería hablarle.
Pero que yo le hable a ella, era para mí una falta de respeto.

Viví todo los días viéndola y deseándola.

Una que otra lágrima brotaban de mis ojos y sin mi consentimiento

He de aceptar que yo era muy hiperactivo, altamente escandaloso, y pocas veces anestesiado y tranquilizado.

Jozabet era sumamente hábil en las ciencias madres
tal como la matemática, la física y la química.

Quería ser ella arquitecta
y yo quería que ella sea mía.

Aún ambos no logramos lo que queremos, pero creo que ella sí logrará lo que quiere.

Jozabet, ahora tu mar está siendo explorado; tus tesoros, saqueados
y tus montes escalados.

Yo aún te pienso, aún te deseo; vives en una ilusión
donde puedo ser feliz contigo.

Envidio a ese pirata que explora tus mares, y siento celos que sea con tu venia.

Más rabia me da ver que son ustedes piezas que encajan, son cóncavo y convexo.

Sé que no lo sabes pero…
te deseaba con locura, y a hurtadillas te observaba y te contemplaba. Si te percataste perdóname, y ahora que lo sabes compréndeme.

Jozabet Loja, me gustas
me gustas mucho.


Autor: Álvaro Zevallos

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Content Writer

Enviado por simonelany  

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Enero y febrero

Enviado por rickfg  

Hace muchos años ,cuando era niño, después de vivir un una pequeña aldea,nos habíamos mudado a un pueblo de algunos 10,000 habitantes,y justo nos tocó vivir en una vieja casa que quedaba rumbo al panteón a la orilla del pueblo , y había días seguidos que pasaban a sepultar a alguien, todo lo contrario a la pequeña aldea donde vivíamos posteriormente, yo tendría unos 6 años en aquel entonces y me llamaba la atención el desfile de carros y de gente. Que seguían la carroza,y recargado en la pared fuera de la vieja casa , miraba pasar sobre. La calle empedrada un poco polvorienta, una viejecita se me acercó Eda tarde y me pregunto ,? Niño que tanto miras?, he notado más de una vez que haces lo mismo , yo conteste. Mirándole a sus ojos, parecía una anciana muy humilde y amable , señora de donde yo vengo me se muere nadie , ella sonrió , tomándome del hombro me dijo sonriendo con una voz dulce, no te preocupes hijo , enero y febrero puro desviejadero.

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Las calles

Enviado por danteverne  

Camino por las calles empedradas del barrio antiguo de mi ciudad. Es tarde. Ha llovido hace un rato y las luces se reflejan en los charcos con mil destellos nocturnos. Acabo de dejar a mi novia en su portal. Hemos discutido. Bueno, ni siquiera podría decir que hemos discutido, simplemente yo no he querido hablar, una vez más, de irme a vivir con ella.
— Estoy a gusto como estoy. No necesito vivir contigo para que sepas que te quiero.
Y zanjé la conversación de ese modo, como quien cierra una puerta de golpe. Y ella ya no me habló en el camino a su casa. Esa noche, como otras habíamos quedado con unos amigos en la típica zona de copas del centro. Lucía vive allí cerca, pero yo vivo al otro lado del puente que cruza el río Tormes, en Santa Marta. Así que habitualmente me hago el recorrido a pie de vuelta, a sabiendas de que tendré al menos una hora de caminata larga. Pero ese día me he llevado la moto.
Antes de quedar con los amigos tenía que ir con Lucía a ver a su tía Matilde, que vive en el norte de la ciudad. Así que la recogí cerca de su casa y fuimos antes de quedar con los amigos. Me cae bien su tía. Debe rondar los cincuenta y es viuda, y posiblemente vea en nosotros un posible reflejo de lo que pudo tener algún día, no hace tantos años. No tiene mucha vida social, así que cualquier visita de su sobrina favorita lo celebra como si fuera una de las cosas más importantes de su monótona vida. Es agradable, con una conversación culta y fluida. No rehúye ningún tema, si bien suele sacar temas conflictivos para tantearme y ver qué pienso de este o de aquel tema, esa tarde sacó el tema estrella que a la postre terminaría por echar al traste aquel día.
— Bueno, ¿y vosotros, no pensáis que ya va siendo hora de dar un paso más en vuestra relación? Lo digo porque os veo muy bien juntos y ¿cuánto lleváis ya? ¿dos años?
Lucía y yo nos miramos. Ella me sonrió pero yo me quedé petrificado en ese momento, incapaz de reaccionar ante unas palabras que dichas con absoluta naturalidad me parecieron como un cuchillo cortando mantequilla. Lucía, viendo mi estupor reaccionó en un par de segundos de incómodo silencio.
— Tía, nos tenemos que ir. Jorge y yo hemos quedado con unos amigos y no queremos llegar muy tarde. Hoy es el cumple de una amiga y quiero parar antes a comprarle alguna cosa.
Sigo recreando toda la tarde, las palabras, los gestos mientras bajo por la calle Toro. Dejé la moto aparcada cerca de la zona de copas pensando de antemano que el paseo me sentaría bien. Ni siquiera pensé en acercar a Lucía con la moto a casa. Ese día la conversación tomó un cariz ceniciento desde el momento en el que salimos de casa de su tía.
— Es que no te entiendo Jorge. Ya lo hemos comentado varias veces, y no sé tú, pero yo tengo la sensación de que no nos movemos. Y una relación que no va a más está condenada al fracaso.
— Pero, ¿qué más? Si estamos bien como estamos ¿para qué cambiar?
— Lo que pasa es que tienes miedo al compromiso. Eso es lo que te pasa. No lo niegues.
Y ahí hizo sangre. La conversación se enturbió lo suficiente como para ir retomándola a retazos a lo largo de toda la noche en cuanto nos quedábamos solos. Pero yo poco tenía que añadir al respecto en ese momento. Y sin embargo, ahora que bajo por estas calles y atravieso la Gran Vía, y veo a algunas parejas de la mano, que se buscan con la mirada, ávidas de la promesa del sexo, ávidas de un amor o de un momento de belleza, no puedo dejar de pensar en Lucía.
Hasta hoy no era consciente de cuánto la quiero. Cada vez me duele más separarme de ella, y salvo estas discusiones en las que queda de manifiesto mi posible falta de madurez para el compromiso, podría decir sin ningún género de dudas de que es la mujer de mi vida. Es una estupidez no pensar en irme a vivir con ella. Podríamos alquilar algo en común y ver si funciona la convivencia. Hasta ahora no habíamos pasado de algún fin de semana en común o algunas vacaciones de una semana y la verdad es que no habíamos tenido ningún problema, así que, ¿por qué las dudas? No tenía excusa. No tenía dudas. Era simple miedo a perder independencia.
Y en mi mente se fue formando una firme determinación. Con cada paso que daba en las húmedas calles iba llegando a una conclusión contundente que debía cambiar mi vida para siempre. Mañana mismo iría a buscarla. Compraría un ramo de esas flores blancas que no sé ni cómo se llaman, pero que le gustan tanto. La llevaría a comer a algún sitio y se lo diría a bocajarro, con esa impaciencia que me domina a veces cuando sé que tengo algo que hacer.
Tengo que secar un poco el asiento de la moto. No es que haya llovido mucho, pero lo suficiente para que la note fría y húmeda. Me coloco el casco y salgo. Las calles ahora me parece que brillan de otro modo, con una alegría manifiesta que me invita a sonreír. Atravieso el Puente Nuevo y el río parece saludarme con millones de alegres reflejos.
Llego a la glorieta y no lo veo venir. Un coche me golpea por el lateral izquierdo y salgo volando. Noto el golpe seco sobre el asfalto húmedo. Cómo se quiebran mis huesos en un instante. Cómo todo se va al traste. Y yo sólo puedo pensar en Lucía y que mañana tenía que comprarle flores.

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