21 Cuentos clásicos 

Volver al pasado

Enviado por encantador  

Capítulo 1
El reloj
En un rincón olvidado de la biblioteca de la Universidad de Trujillo, un joven arqueólogo llamado Martín tropezó con un antiguo manuscrito cubierto de polvo. Las páginas, amarillentas y frágiles por el paso del tiempo, revelaban la leyenda de un reloj extraordinario, uno que podía retroceder en el tiempo. La curiosidad y el anhelo de vivir una verdadera aventura lo impulsaron a seguir indagando.

Capítulo 2
La clave de los incas
El manuscrito llevó a Martín a las majestuosas ruinas de Chan Chan, donde descubrió una cueva y dentro un mural unos extraños íconos de oro. Al activarlos, un compartimento secreto se abrió, revelando un mapa y una serie de símbolos que parecían ser la clave para utilizar el reloj del tiempo.

Capítulo 3
La Sociedad Secreta
Mientras Martín se sumergía en el estudio de los manuscritos, comenzó a sentir que lo estaban observando. Desde la distancia, un miembro de la sociedad secreta lo vigilaba; también ellos estaban tras el reloj. Esta sociedad estaba convencida de que el reloj debía ser protegido y que el pasado no debería ser alterado.



Capítulo 4
Carrera contra el reloj
Así, Martín se vio envuelto en una intensa carrera contra el tiempo para encontrar el reloj. Sus pistas lo llevaron hacia Cusco, donde cada paso lo acercaba más a su objetivo.

Capítulo 5
El enigma en Machu Picchu
Al llegar a Machu Picchu, Martín comenzó a descifrar las antiguas inscripciones y descubrió que el reloj estaba relacionado con los ciclos astronómicos que los incas veneraban. Cada capítulo del manuscrito representaba un paso crucial en su búsqueda.

Capítulo 6
El encierro
Tras un tiempo de reflexión, Martín se sintió seguro de tener todas las respuestas. Sin embargo, un miembro de la sociedad secreta apareció, y en un giro inesperado, más miembros de la sociedad lo rodearon, capturándolo y dejándolo atrapado en una cueva oscura.

Capítulo 7
Una luz de esperanza
Con una determinación renovada, Martín logró escapar de la cueva y decidió recuperar los manuscritos. Comprendió que el reloj podría transportarlo al pasado, y su corazón latía con fuerza ante la posibilidad.


Capítulo 8
Del regreso al pasado
Antes de salir, se topó con un objeto brilloso. Intrigado, se acercó y comenzó a excavar; era el reloj, escondido en una antigua tumba bajo la ciudad de Cuzco. Al activarlo, una luz cegadora lo envolvió, y cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que había viajado al año 1990. Martín observó a su alrededor, consciente de que cada acción podría tener profundas consecuencias.

Capítulo 9
El destino
En el año 1990, Martín se encuentra ante una oportunidad única: la capacidad de corregir errores y, al mismo tiempo, cuidar de la línea temporal.

Capítulo 10
El ayer
Durante su travesía por este mundo antiguo, Martín se topa con personajes que hasta ahora solo habían sido nombres en los libros de historia.

Capítulo 11
Decisiones
Consciente de que un terremoto de 8,5 sacudirá la tierra ese día, Martín se debate entre intervenir para salvar vidas o dejar que el evento se desarrolle, temiendo las consecuencias imprevisibles de su intervención.


Capítulo 12
El retorno
Decidido a no asumir un papel divino, Martín opta por no alterar los eventos cruciales de la historia. Sin embargo, lleva a cabo pequeñas acciones anónimas que mejoran la vida de algunas personas, con la esperanza de no perturbar demasiado el futuro.

Capítulo 13
La paradoja
Al regresar a su época, Martín se da cuenta de que sus acciones han tenido un impacto mínimo. Al salir de la cueva, una sociedad secreta lo confronta, pero al notar que la historia sigue su curso habitual, uno de sus miembros decide que el reloj debe ser protegido por él.

Capítulo 14
El Tiempo
Martín asume el papel de guardián del reloj, comprometido a asegurarse de que nadie más pueda usarlo para modificar el pasado. Opta por enterrar el reloj en un lugar solo accesible para él.

Capítulo 15
El fin
Con el reloj fuera de su alcance, Martín se sumerge en el estudio de manuscritos y del conocimiento del pasado; aunque imperfecto, es lo que define nuestro presente.


Capítulo 16
Capítulo final
Años más tarde, encontramos a Martín ya anciano, contemplando la idea de revelar la existencia del reloj a una persona de confianza. Con nostalgia, pasa la responsabilidad y cierra el último capítulo de su aventura, seguro de que el reloj del tiempo está en buenas manos.

100.00%

votos positivos

Votos totales: 2

Comparte:

EL LOBO HERIDO Y LA OVEJA

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
- Si me traes agua para beber - le dijo -, yo mismo me encargaré de mi comida.
- Si te llevo agua para beber - respondió la oveja -, yo misma asistiré a tu cena.

Autor del

cuento

: Esopo

87.50%

votos positivos

Votos totales: 16

Comparte:

EL PASTOR Y EL LOBO

Érase una vez un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando sus ovejas y, como muchas veces se aburría mientras las veía pastar, pensaba cosas que hacer para divertirse.

Un día, decidió que sería buena idea divertirse a costa de la gente del pueblo que había por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:

- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!

La gente del pueblo cogió lo que tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre pastorcito que pedía auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma pesada del pastor. Y se enfadaron.

Cuando se habían ido, al pastor le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:

- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!

Las gentes del pueblo, en volverlo a oír, empezó a correr otra vez pensando que esta vez si que se había presentado el lobo, y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al llegar donde estaba el pastor, se lo encontraron por los suelos, riendo de ver como los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.

A la mañana siguiente, el pastor volvió a pastar con sus ovejas en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba correr a los aldeanos. Pero no contó que, ese mismo día, sí vio acercarse el lobo. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:

- Socorro! El lobo! Que viene el lobo! Se va a comer todas mis ovejas! Auxilio!

Pero esta vez los aldeanos, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.

El pastorcillo vió como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:

- Socorro! El lobo! El lobo! - pero los aldeanos continuaron sin hacer caso.

Es así, como el pastorcillo vió como el lobo se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras para la cena, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional español

84.44%

votos positivos

Votos totales: 45

Comparte:

LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Érase una Gallina que ponía
Un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento,
Quiso el rico avariento
Descubrir de una vez la mina de oro,
Y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla, abrióla el vientre de contado;
Pero, después de haberla registrado,
¿Qué sucedió? que muerta la Gallina,
Perdió su huevo de oro y no halló mina.

¡Cuántos hay que teniendo lo bastante
Enriquecerse quieren al instante,
Abrazando proyectos
A veces de tan rápidos efectos
Que sólo en pocos meses,
Cuando se contemplaban ya marqueses,
Contando sus millones
Se vieron en la calle sin calzones.

Autor del

cuento

: Félix María Samaniego

83.87%

votos positivos

Votos totales: 31

Comparte:

EL REY DESNUDO

El Rey de un lejano país supo un día que unos famosísimos sastres estaban de paso por su reino. Sin perder tiempo, los convocó para que le confeccionasen su mejor indumentaria. Los sastres, tras disfrutar un buen tiempo de los beneficios que brinda la vida en la corte del Rey, le comunicaron que habían terminado su trabajo y anunciaron a quien quisiera escucharlos que habían confeccionado para el Rey el traje invisible más hermoso del mundo, tan hermoso que “sólo los tontos no pueden verlo”. Procedieron entonces a quitarle la ropa al Rey y mediante aparatosos ademanes le colocaron el nuevo traje invisible. Por supuesto que el Rey se vio desnudo, pero no dijo nada porque no quería aparecer como un tonto frente a tan famosísimos sastres.

Convocó el Rey entonces a sus colaboradores, a quienes les preguntó por la belleza de su traje. Superada la sorpresa de ver al Rey desnudo y enterados de que semejante traje era tan hermoso que “sólo los tontos no pueden verlo”, toda su corte afirmó que el traje era el “más hermoso del mundo”, lo cual convenció definitivamente al Rey y así los sastres continuaron su viaje con un suculento pago por su trabajo, dejando al rey y a su corte muy satisfechos y agradecidos. Así el Rey paseaba desnudo por su palacio luciendo su traje invisible, el más hermoso del mundo.

Un día decidió que su pueblo merecía también disfrutar la hermosura de su traje por lo que salió del palacio para recorrer su reino. El pueblo al verlo desnudo, y por temor a contradecirlo, no dijo nada. Hasta que un inocente niño lo descubrió y gritó:

- ¡El Rey está desnudo!

Momento en el cual el Rey se miró a sí mismo descubriendo la verdad: había sido engañado.

Autor del

cuento

: Hans Christian Andersen

80.95%

votos positivos

Votos totales: 21

Comparte:

LA PRINCESA Y EL GUISANTE

Había una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero con una verdadera princesa de sangre real. Viajó por todo el mundo buscando una, pero era muy difícil encontrarla, mucho más difícil de lo que había supuesto.
Las princesas abundaban, pero no era sencillo averiguar si eran de sangre real. Siempre acababa descubriendo en ellas algo que le demostraba que en realidad no lo eran, y el príncipe volvió a su país muy triste por no haber encontrado una verdadera princesa real.
Una noche, estando en su castillo, se desencadenó una terrible tormenta: llovía muchísimo, los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos sonaban muy fuerte. De pronto, se oyó que alguien llamaba a la puerta:
-¡ Toc, toc!
La familia no entendía quién podía estar a la intemperie en semejante noche de tormenta y fueron a abrir la puerta.
-¿ Quién es? - preguntó el padre del príncipe.
- Soy la princesa del reino de Safi - contestó una voz débil y cansada. - Me he perdido en la oscuridad y no sé regresar a donde estaba.
Le abrieron la puerta y se encontraron con una hermosa joven:
- Pero ¡Dios mío! ¡Qué aspecto tienes!
La lluvia chorreaba por sus ropas y cabellos. El agua salía de sus zapatos como si de una fuente se tratase. Tenía frío y tiritaba. En el castillo le dieron ropa seca y la invitaron a cenar. Poco a poco entró en calor al lado de la chimenea. La reina quería averiguar si la joven era una princesa de verdad.
- Ya sé lo que haré - pensó -. Colocaré un guisante debajo de los muchos edredones y colchones que hay en la cama para ver si lo nota. Si no se da cuenta no será una verdadera princesa. Así podremos demostrar su sensibilidad.
Al llegar la noche, la reina colocó un guisante bajo los colchones y después se fue a dormir. A la mañana siguiente, el príncipe preguntó:
-¿Qué tal has dormido, joven princesa?
- ¡Oh! Terriblemente mal - contestó -. No he dormido en toda la noche. No comprendo qué tenía la cama; Dios sabe lo que sería. Tengo el cuerpo lleno de cardenales. ¡Ha sido horrible!
- Entonces, ¡eres una verdadera princesa! Porque a pesar de los muchos colchones y edredones, has sentido la molestia del guisante. ¡Sólo una verdadera princesa podía ser tan sensible!
El príncipe se casó con ella porque estaba seguro de que era una verdadera princesa. Después de tanto tiempo, al final encontró lo que quería.

Autor del

cuento

: Hans Christian Andersen

76.19%

votos positivos

Votos totales: 21

Comparte:

EL GATO CON BOTAS

Érase una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. Acercándose la hora de su muerte los hizo llamar.
- Mirad, quiero repartiros lo poco que tengo antes de morirme.
Al mayor le dejó el molino, al mediano le dejó el burro y al más pequeño le dejó lo último que le quedaba, el gato. Dicho esto, el padre murió.
Mientras los dos hermanos mayores se dedicaron a explotar su herencia, el más pequeño cogió unas de las botas que tenía su padre, se las puso al gato y ambos se fueron a recorrer el mundo. En el camino se sentaron a descansar bajo la sombra de un árbol. Mientras el amo dormía, el gato le quitó una de las bolsas que este tenía, la llenó de hierba y dejó la bolsa abierta. En ese momento se acercó un conejo impresionado por el color verde de esa hierba y se metió dentro de la bolsa. El gato tiró de la cuerda que le rodeaba y el conejo quedó atrapado en la bolsa. Se echó la bolsa a cuestas y se dirigió hacia palacio para entregársela al rey.
- Vengo de parte de mi amo, el marqués Carrabás, que le manda este obsequio - dijo el gato -.
El rey muy agradecido aceptó la ofrenda.
Pasaron los días y el gato seguía mandándole regalos al rey de parte de su amo. Un día, el rey decidió hacer una fiesta en palacio y el gato con botas se enteró de ella y pronto se le ocurrió una idea.
- ¡Amo, Amo! Sé cómo podemos mejorar nuestras vidas. Tú solo sigue mis instrucciones.
El amo no entendía muy bien lo que el gato le pedía, pero no tenía nada que perder, así que aceptó.
- ¡Rápido, Amo! Quítese la ropa y métase en el río.
Se acercaban carruajes reales, era el rey y su hija. En el momento que se acercaban el gato chilló:
- ¡Socorro! ¡Socorro! ¡El marqués Carrabás se ahoga! ¡Ayuda!.
El rey atraído por los chillidos del gato se acercó a ver lo que pasaba. La princesa se quedó asombrada de la belleza del marqués. Se vistió el marqués y se subió a la carroza. El gato con botas, adelantándose siempre a las cosas, corrió a los campos del pueblo y pidió a los del pueblo que dijeran al rey que los campos eran del marqués y así lo hicieron.
- Lo único que le falta a mi amo - pensó el gato - es un castillo, así que se acordó del castillo que poseía un viejo ogro con poderes y decidió acercarse a hablar con él.
- ¡Señor Ogro!, me he enterado de los poderes que usted tiene, pero yo no me lo creo así que he venido a ver si es verdad.
El ogro enfurecido de la incredulidad del gato, cogió aire y ¡zás! se convirtió en un feroz león.
- Muy bien, -dijo el gato- pero eso era fácil, porque tú eres un ogro, casi tan grande como un león. Pero, ¿a que no puedes convertirte en algo pequeño? En una mosca, no, mejor en un ratón, ¿puedes?
El ogro sopló y se convirtió en un pequeño ratón y antes de que se diera cuenta ¡zás! el gato se abalanzó sobre él y se lo comió. En ese instante sintió pasar las carrozas y salió a la puerta chillando:
- ¡Amo, Amo! Vamos, entrad a descansar.
El rey quedó maravillado de todas las posesiones del marqués y le propuso que se casara con su hija y compartieran reinos. Él aceptó y desde entonces tanto el gato con botas como el marqués vivieron felices y comieron perdices.

Autor del

cuento

: Charles Perrault

75.00%

votos positivos

Votos totales: 12

Comparte:

LOS RATONES PONIENDO EL CASCABEL AL GATO

Un hábil gato hacía tal matanza de ratones, que apenas veía uno, era cena servida. Los pocos que quedaban, sin valor para salir de su agujero, se conformaban con su hambre. Para ellos, ese no era un gato, era un diablo carnicero. Una noche en que el gato partió a los tejados en busca de su amor, los ratones hicieron una junta sobre su problema más urgente.
Desde el principio, el ratón más anciano, sabio y prudente, sostuvo que de alguna manera, tarde o temprano, había que idear un medio de modo que siempre avisara la presencia del gato y pudieran ellos esconderse a tiempo.
Efectivamente, ese era el remedio y no había otro.
Todos fueron de la misma opinión, y nada les pareció más indicado.
Uno de los asistentes propuso ponerle un cascabel al cuello del gato, lo que les entusiasmó muchísimo y decían sería una
excelente solución. Sólo se presentó una dificultad: quién le ponía el cascabel al gato.
- ¡Yo no, no soy tonto, no voy!
- ¡Ah, yo no sé cómo hacerlo!
En fin, terminó la reunión sin adoptar ningún acuerdo.

Moraleja: Nunca busques soluciones imposibles de realizar.

Autor del

cuento

: Esopo

75.00%

votos positivos

Votos totales: 8

Comparte:

EL LOBO Y LOS SIETE CABRITOS

Era una cabra que tenía siete cabritos. Un día llamó a sus hijos y les dijo:
- Voy al bosque a buscar comida para vosotros. No abráis la puerta a nadie. Tened cuidado con el lobo; tiene la voz ronca y las patas negras. Es malo y querrá engañaros.
Los cabritos prometieron no abrir a nadie y la cabra salió. Al poco rato llamaron:
- ¡Tan! ¡Tan! Abrid, hijos míos, que soy vuestra madre.
- No. No queremos abrirte. Tienes la voz muy ronca. Tú no eres nuestra madre, eres el lobo.
El lobo se marchó enfadado, pero no dijo nada. Fue a un corral y se comió una docena de huevos crudos para que se le afinara la voz. Volvió a casa de los cabritos y llamó.
- ¡Tan! ¡Tan! Abrid, hijos míos, que soy vuestra madre - dijo con una voz muy fina.
- Enséñanos la pata.
El lobo levantó la pata y los cabritos al verla dijeron:
-No. No queremos abrirte. Tienes la pata negra. Nuestra madre la tiene blanca. Eres el lobo.
El lobo se marchó furioso, pero tampoco dijo nada, fue al molino metió la pata en un saco de harina y volvió a casa de los cabritos.
- ¡Tan! ¡Tan¡ Abrid hijos míos, que soy vuestra madre.
Los cabritos gritaron:
- Enséñanos primero la pata.
El lobo levantó la pata y cuando vieron que era blanca, como la de su madre, abrieron la puerta. Al ver al lobo corrieron a esconderse, muy asustados. Pero el lobo, que era más fuerte, se abalanzó sobre ellos y se los fue tragando a todos de un bocado. A todos, menos al más chiquitín que se metió en la caja del reloj y no lo encontró.
Cuando la cabra llegó a casa vio la puerta abierta. Entró y todas las cosas estaban revueltas y tiradas por el suelo. Empezó a llamar a sus hijos y a buscarlos, pero no los encontró por ninguna parte. De pronto salió el chiquitín de su escondite y le contó a su madre que el lobo había engañado a sus hermanos y se los había comido. La cabra cogió unas tijeras, hilo y aguja, y salió de casa llorando. El cabrito chiquitín la seguía.
Cuando llegaron al prado vieron al lobo tumbado a la orilla del río. Estaba dormido y roncaba. La cabra se acercó despacio y vio que tenía la barriga muy abultada. Sacó las tijeras y se la abrió de arriba abajo. Los cabritos salieron saltando. En seguida, la cabra cogió piedras y volvió a llenar la barriga del lobo. Después la cosió con la aguja y el hilo. Y cogiendo a sus hijos marchó a casa con ellos, muy de prisa, para llegar antes de que se despertase el lobo.
Cuando el lobo se despertó tenía mucha sed y se levantó para beber agua. Pero las piedras le pesaban tanto que rodó y, cayéndose al río, se ahogó.

Autor del

cuento

: Hermanos Grimm

73.08%

votos positivos

Votos totales: 26

Comparte:

EL CERDO Y LOS CARNEROS

Se metió un cerdo dentro de un rebaño de carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el cerdo se puso a gruñir y forcejear.
Los carneros lo regañaban por gritón diciéndole:
- A nosotros también nos echa mano constantemente y nunca nos quejamos.
- Ah sí - replicó el cerdo -, pero no es con el mismo fin. A ustedes les echan mano por la lana, pero a mí es por mi carne.

Moraleja: Perder lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el perder lo que es irreparable.

Autor del

cuento

: Esopo

73.08%

votos positivos

Votos totales: 26

Comparte:

Desde el 1 hasta el 10 de un total de 21 Cuentos clásicos

Añade tus comentarios