11 Cuentos de ranas 

LA VÍBORA Y LA CULEBRA DE AGUA

Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra, fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole que la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos.
Respondieron las ranas:
- Pero compañera, nuestra ayuda no está en nuestros brazos, sino en las voces.

Moraleja: En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.

Autor del

cuento

: Esopo

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LA RANA Y EL ESCORPIÓN

En las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa. Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban en problemas ante la crecida del rio.

Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le mojaban las alas impidiéndole volar. Pues su generosidad y nobleza no le permitían aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales.

También vivía por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana: "Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda".

La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y desencantos, respondió enseguida: "¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si estoy cerca de tí, me inyectarás un veneno letal y moriré!"

El escorpión le replicó: "No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado."

La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del río Níger.

Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda.

Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla. Frente a ellos se divisaba la orilla a la que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó un remolino...

Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión:

"¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho?"

El escorpión respondió: "No puedo evitarlo. Es mi naturaleza".

Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundas aguas del río Níger.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional africano

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LOS DOS RENACUAJOS

Dos renacuajos que se encontraban en un estanque entablaron una conversación:
- Oye, ¿tú qué vas a ser de mayor? - preguntó uno de ellos -.
- Constructor - contestó el otro -, porque quiero ganar mucho dinero construyendo estanques como este. ¿Y tú?
- Pues yo... yo quiero ser un sapo.

Moraleja: No quieras ser lo que no eres; no serás feliz.

Autor del

cuento

: Dani Alcalà

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LA RANA DEL PANTANO Y LA RANA DEL CAMINO

Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino.
La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí estaría mejor y más segura.
Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una morada donde ya estaba establecida y satisfecha.
Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse.

Moraleja: La comodidad nos lleva a veces a perder oportunidades de mejorar.

Autor del

cuento

: Esopo

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LA RANA Y EL MOSQUITO

Un día una rana que croaba en un charco sin parar fue interrumpida por un mosquito.
- ¿Por qué haces tanto ruido si nos vas a comer igual?. Ya que nos quitas la vida, por lo menos ten la amabilidad de dejarnos vivir en paz el poco tiempo que nos queda.

Moraleja: No seas egoísta y piensa también en los demás.

Autor del

cuento

: Dani Alcalà

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LAS RANAS Y EL PANTANO SECO

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
- Amiga, bajemos las dos a este pozo.
- Pero, y si también se secara el agua de este pozo, - repuso la compañera -, ¿Cómo crees que subiremos entonces?

Moraleja: Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.

Autor del

cuento

: Esopo

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LAS RANAS Y EL POZO

Una vez dos ranas que vivían en una charca vieron como esta se secaba por el sol, debiendo marchar en busca de un nuevo hogar. En estas, una de las dos vio un pozo profundo lleno de agua y dijo: "Mira, nuestra nueva casa". "No tan deprisa" - replicó la otra. "¿No has pensado acaso que si se seca ese pozo no podremos salir de él?".

Moraleja: Pensar dos veces a veces es mejor que pensar rápido.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional

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LA RANA Y EL RENACUAJO

En la orilla del Tajo
hablaba con la rana el renacuajo,
alabando las hojas, la espesura
de un gran cañaveral y su verdura.
Mas luego que del viento
el ímpetu violento
una caña abatió, que cayó al río,
en tono de lección dijo la rana:
«Ven a verla, hijo mío;
por de fuera muy tersa, muy lozana;
por dentro toda fofa, toda vana».

Moraleja: Las falsas apariencias no logran esconder el verdadero interior de las personas.

Autor del

cuento

: Tomás de Iriarte

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LA RANA Y LA GALLINA

Desde su charco, una parlera rana
oyó cacarear a una gallina.
«¡Vaya! -le dijo-; no creyera, hermana,
que fueras tan incómoda vecina.
Y con toda esa bulla, ¿qué hay de nuevo?»
«Nada, sino anunciar que pongo un huevo».

«¿Un huevo sólo? ¡Y alborotas tanto!»
«Un huevo sólo, sí, señora mía.
¿Te espantas de eso, cuando no me espanto
de oírte cómo graznas noche y día?
Yo, porque sirvo de algo, lo publico;
tú, que de nada sirves, calla el pico».

Moraleja: Al que trabaja algo, puede disimulársele que lo pregone; el que nada hace, debe callar.

Autor del

cuento

: Tomás de Iriarte

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LA RANA QUE QUISO HINCHARSE COMO UN BUEY

Vio cierta Rana a un Buey, y le pareció bien su corpulencia. La pobre no era mayor que un huevo de gallina, y quiso, envidiosa, hincharse hasta igualar en tamaño al fornido animal.
“Mirad, hermanas, decía a sus compañeras; ¿es bastante? ¿No soy aún tan grande como él? –No. ¿Y ahora? –Tampoco. –¡Ya lo logré! –¡Aún estás muy lejos!”
Y el infeliz animal se hinchó tanto, que reventó.

Lleno está el mundo de gentes que no son más avisadas. Cualquier ciudadano de la medianía se da ínfulas de gran señor. No hay principillo que no tenga embajadores. Ni encontraréis marqués alguno que no lleve en pos tropa de pajes.

Autor del

cuento

: Jean de la Fontaine

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