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Reflexión de Vida

Enviado por gabl  

Las horas se vuelven frágiles cuando el pensamiento vaga entre desgastadas neuronas.

Cuando no hay coincidencias entre el ayer y el presente, cuando los recuerdos se evaporan como agua hirviendo, o se derriten como hielo expuesto a la intemperie.

Duelen los años vividos y forman parte de la historia de cada ser humano. No hay tiempo para enmendar errores, para revivir el ayer y que se convierta en el quehacer de hoy.

Tiempo pasado, irrecuperable. Pesa la conciencia, sobrevienen los remordimientos. No hay tiempo del perdón. Consiente o involuntariamente el daño causado no se puede resarcir.

Queda aprender de las experiencias propias o ajenas y tomar de ellas lo positivo. Aun así cuesta recobrar la confianza, elevar la autoestima y equilibrar los actos en la balanza de la vida.

gbl
20/11/2017
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mi experiencia

Enviado por elflaco  

Hoy hace 32 el volcán nevado del ruiz mediante una erupción sepultó al pueblo de armero. Armero, un lugar el cual tuve la oportunidad de visitar completamente solo casi un mes atras; lo primero que vi cuanto llegue a armero fue un plan de contingencia del volcán situado en el puente por donde pasa el río lagunillas. Seguí caminando y lo primero que encontré fue las ruinas del hospital san lorenzo situado al costado de la carretera, en donde pude ver como el primer piso se encontraba totalmente enterrado (al parecer el hospital era de 2 pisos). Continúe mi camino y ya empezaba a visualizar lo que serian las ruinas de un pueblo, llegue a una esquina en donde se encuentra actualmente el museo de armero, un lugar lleno de recuerdos del pueblo antes, durante y años después de la tragedia en donde un sobreviviente con la voz entrecortada y visiblemente afectado por la tragedia, contaba ante unos pocos turistas como era armero antes en donde mencionaba en varias ocasiones que armero era un pueblo más prospero del norte del tolima y gran exportador de arroz y algodón ( por el cual la llamaban la "ciudad blanca"). Continúe mi camino en medio de las ruinas rumbo a la cruz del papa, pero antes encontré lo que antes era el parque principal de armero y vi dónde quedaba antes la iglesia dejando como restos solamente el altar envuelto por la maleza. El calor ya me comenzaba a afectar ya que estaba bañado en sudor y con la ropa pegada a la piel pero aun así continúe mi camino acompañado de las interminables tumbas que abundan por el lugar, más o menos una cuadra después encontré la cruz dónde se arrodilló y beso el papa Juan Pablo II en donde se encontraban varios guías contando la historia; orientado por unas instrucciones que le alcance a escuchar a uno de los vendedores ambulantes, camine por medio de las ruinas envueltas de naturaleza y habitadas solo por ratas e insectos hasta encontrar el lugar de la agonía y muerte de la niña símbolo de la tragedia Omaira Sanchez, en donde al rededor del lugar hay una especie de locales comerciales en donde venden varias cosas alusivas a ella y a la tragedia (manillas, escapularios, imágenes, videos, etc); ya en el lugar de la tumba, la cual estaba llena de agradecimientos, juguetes infantiles y objetos religiosos eleve una pequeña oración. Continuando mi recorrido en solitario por el lugar, volví al museo en donde me compre una bebida para calmar momentáneamente el calor y la sed, camine hasta el cementerio en donde o primero que sentí al cruzar la entrada fue una energía que me hizo poner la piel de gallina, un lugar verdaderamente tenebroso en donde lo primero que vi fue a una pareja que estaba haciendo uso de la tabla guija y al notar mi presencia simplemente me ignoraron, el lugar estaba repleto de tumbas profanadas, velas rodeando cráneos como si hicieran parte de algún ritual y restos humanos regados por todas partes del cementerio. No aguante más de 5 minutos en ese lugar, así que me dirigí a la carretera y volví al hospital en donde me trepe por una de las ventanas de los que seria el segundo piso y empecé a hacer el recorrido en esa ruina y lo que vi fue un lugar desolado, lleno de maleza y de murciélagos pegados a los techos mediante una pasillo largo rodeado de habitaciones, finalmente me dirigí a la salida de armero, empapado de sudor y cansado de tanto caminar pero con el alma satisfecha de haber hecho un recorrido que hace mucho tiempo quería hacer y un lugar que vale la pena visita

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Arrepentimiento

Enviado por gabl  


Recostado en el tronco de un árbol me cobijo con la sombra que brindan sus frondosas ramas, bebo un sorbo de agua mientras miro el camino dejado tras de mí. Mientras tanto seco mi cabello empapado por el sudor que como caudal de río desbordado llega hasta la cintura humedeciendo la pretina del pantalón.

Desabotono la camisa que se adosa a mi espalda como tatuaje de papel y me abanico con el sombrero en procura de mitigar la fatiga producida por la ardua caminata que inicié a tempranas horas como penitencia a la pena que me impuse en busca de perdonar y ser perdonado por hechos del pasado.

Sin darme cuenta me fui quedando solo sin hijos, sin nietos, sin amigos, sin un perro. En la soledad aprendí a vivir con tu recuerdo que solo traían añoranzas. Desde que me abandonaste tu imagen quedó prendada en mi mente, tu risa, tu tenue voz que como murmullo apagado aún retumba en el pequeño hogar que sin tu presencia quedó vacío y suspendido en el tiempo.

¡Que tarde comprendí tu taciturna actitud!, tu silencio. Sin quejas, sin una palabra de reclamo. Mi tiempo se agota y es por eso quiero perdonar y ser perdonado para vivir en paz los años que me quedan.

Abro la degastada Biblia, donde juntos solíamos leer algunos salmos y busco la nota que dejaste, la cual descubrí días después de tu partida, trato de desdoblarla con sumo cuidado en procura de no rasgar el marchito papel, amarillo manchado por lejanas lágrimas que brotaron de tus ojos cuando la escribías.

Mis viejos ojos, cansados de ayudarme a ver el camino de la vida, se contraen en su afán de darme enfoque para volver a leer tu epístola. Ahora después de diez años es que comprendo la manera, dedicación y atenciones que me brindaste.

Mi corazón se agita en cada línea que repaso, muy pausadamente, como queriendo detener el tiempo vienen a mi recuerdo vivencias pasadas que no dejan de tener vigencia como premonición futura o advertencia de lo que me aguardaba sin tu compañía.

Despierto sobresaltado, creó haber escuchado ruidos provenientes del monte. El reloj me indica que debo reanudar la marcha. Quedan pocas horas de luz para llegar al cementerio y de rodillas al piso, ante la tumba donde reposan tus restos, orar y perdonarte por tu silencio. Por no decirme nada acerca de la enfermedad que se llevó tu vida.

Y pedirte perdón por no haberme darme cuenta de la enfermedad y el sufrimiento que consumía tu humanidad.
¡Que Dios te bendiga amada mía!

gbl
13/11/2017
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¿Por qué se ?

Enviado por gabl  

Por qué se fue.
Cierta mañana mi hijo de apenas cuatro años me pregunta; ¿papi, el cielo está muy lejos?, lo miro fijamente a sus ojitos, a la vez que mis dedos le agitan sus cabellos que semejan el color de barro mojado.
Mi índice señala el firmamento y la voz se quiebra cuando apenas puedo pronunciar “ese es el cielo”, ¿y dónde es que está mi mamá?
Lo abrazo, y le hablo muy suavemente al oído; “ella nos ve, nos cuida, está siempre con nosotros”.
¿Y por qué no la veo?,
¿por qué se fue?
¡Papi, estás llorando!.
“No hijo, no lloro”
Es el aire que hace que mis lágrimas se escapen de los ojos.
-Sabes papi, te diré un secreto.
“Lo miro extrañado”
-Mi mamá, viene en las noches, después que tú te duermes. Me arropa, me da un beso, y me habla muy bajito y me quedo dormido agarrado de su mano.
-Le pregunto, ¿por qué no vives con nosotros?
-Solo sonríe y dice “siempre estaré a tu lado”
-Pero cuando despierto, no está.
-La he visto llegar, es como si flotara en el aire, y me deja su perfume, ¡ que huele a flores!.
-¿Papi que le hiciste a mi mamá, que se fue a vivir al cielo?
-¿Y por qué ella no te habla?
Hijo, tú mamá y yo hablamos. Cosas de adultos, hablamos de ti, de la casa, de tus travesuras. Y siempre me pide que cuide de ti. Que cuando crezcas sabrás muchas cosas.
-¿Cuándo vamos a visitarla?
Mi niño, nosotros no podemos visitarla, es Dios quien la llevó a vivir a su lado. Y le permite bajar a verte, hablarte y acompañante hasta que te duermas.
¡Y ahora, iremos a dar un paseo!
Vamos al río para que te refresques en sus cristalinas aguas, mientras llega la hora de almorzar.
Daniel disfruta del baño en el río. Estoy desconcertado. Solo me dejo llevar por los pensamientos hacia su madre. Han pasado dos años que falleció, repentinamente, muy joven, lo recuerdo como si fuese ayer.
Y el niño mantiene viva su presencia. Lo que no me permite apartarla de mi mente, ya que en cada detalle está presente en nuestras vidas.
He cambiado mi modo de vivir, mi tiempo, mi manera de pensar. Mi energía y mi alma están con mi hijo. Solo quiero vivir muchos años para verlo crecer, que tenga hijos, mis nietos, y que me dediquen un poco de sus días para cuando llegue mi hora para volar al encuentro de su mamá.

gbl
04/11/2017
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DOS ANCIANOS ESTABAN EN EL...

Enviado por gabl  

Dos ancianos estaban en el Asilo sentados bajo un árbol conversando, uno se voltea y le dice al otro:
-Jaime tengo 83 años y estoy lleno de achaques y dolores-.
Yo sé que tú tienes más o menos mi edad
¿Cómo te sientes? -
"Yo me siento como un recién nacido"
¿como un bebé?
-Así es, sin pelos, sin dientes, y acabo de hacerme pipí en los pantalones.
gbl
30/10/2017
Anónimo

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Luna Llanera

Enviado por gabl  


La luna enciende su luz refulgente en el cielo, con timidez de nueva estrella va asomando su blanca cara, como copos de nieve, por entre oscuras nubes, como cortinas nocturnas queriéndola opacar.
Selene se posesiona del cielo acompañada de la Osa mayor y otras estrellas y constelaciones. En instantes las montañas, las copas de los grandes árboles y los campos se iluminan por el blanco fulgor como halo misterioso que pareciera flotar entre la espesura del paraje poblado de pequeños árboles y matorrales.
Desde mi cabalgadura oteo el horizonte que se aproxima hacia mí debido al raudo galope del noble animal.
La noche que apenas comienza se muestra fría. Lo que hace brotar de la vegetación vapores que forman figuras que solo la imaginación le da formas caprichosas, que a algunos lugareños y visitantes les eriza la piel.
En estas tierras, los llaneros son expertos en inventar leyendas y muchas de ellas pasan de generación en generación y forman parte del folclore rural. En algunas ocasiones tratan de infundir miedo al cauto oyente.
Crecí entre historias o relatos que con el tiempo entre el paso de la pubertad a la madurez fui perdiendo el miedo a ellas. Pero confieso, que evito cabalgar cuando cae la noche y aún me encuentro en el solitario camino que dista desde la ciudad hasta mi pequeña hato ubicado en medio de tierras bajas que se unen con la elevación natural del terreno que forman el collado.
Siento un poco de temor cuando el viento se cuela en medio de la maleza y los pequeños árboles y emite un clásico sonido que me recuerda la leyenda del Silbón.
gbl
26/10/2017
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UN TESTIGO DE JEHOVÁ SE...

Enviado por gabl  


Un testigo de Jehová se sienta junto a un maracucho en un vuelo.
El maracucho pide un Whisky con soda.
La azafata le pregunta al testigo de Jehová si quiere beber algo:
- Prefiero ser raptado y violado salvajemente por una docena de prostitutas de Babilonia antes que una gota de alcohol toque mis labios.
El maracucho devuelve el Whisky y dice:
-Yo también. No sabía que se podía elegir esa verga!
Gustavo Adolfo Mendoza Rincón

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Rompimiento

Enviado por gabl  


Hurgando entre viejos papeles que el tiempo tiñó de palidez casi moribunda, encuentro un viejo poema escrito de puño y letra casi ilegible. Reconozco mis desordenados garabatos y leo cuidadosamente frunciendo el seño, extrañado por la postergación y el desdén que no le di importancia. A medida que repaso cada palabra la expresión de mi rostro se torna cambiante, me reclino en la silla y me sumerjo en la palabra escrita.
Clara como fuente de luz divina me lleno de fulgores incandescentes que bañan el pensamiento a medida que recorro cada línea escrita.
A lo lejos se escuchan truenos que no encuentran eco en el valle y pasan de largo como tren sin parada.
Miro al cielo, sosteniendo en mis manos el viejo manuscrito y mi mente se traslada al pasado. En segundos me lleno de recuerdos que van liberando hechos olvidados que vagaban como fantasmas dentro de mi cerebro sin hacerse presentes en lo cotidiano de mis días.
Comprendo que esa etapa de mi vida, que creí muerta, retornó al presente y ahora me envuelve entre nubes confusas y tormentas que sobrevienen en tiempo no deseado.
Un mundo irreal de cual fui partícipe. Débil, acaso fuerte en ocasiones. Que la soledad maduró como fruta del árbol alto y frondoso de la vida. Crecí como cauce de río seco y árido que solo la lluvia en tiempo de invierno me llenaba de vida.
Despierto a enfrentar nuevos temores, confieso que me lleno de pesadumbre a la vez que me animo a enfrentarlos. Son del pasado y no puedo retenerlos ni aceptarlos en el presente.
Me incorporo lentamente, doblo el papel y lo tiro al cesto de la basura. Gesto que podría ser el rompimiento con esa parte de lo vivido que quedó atrás.
Mañana es otro día. Otro día para realizar nuevos proyectos y desarrollar ideas que ayuden a superar el leve desorden emocional y así olvidar lo escrito en ese viejo papel que me trasladó a otra época.
gbl
22/10/2017
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Presagio

Enviado por gabl  


Cuando estés sumido en pensamientos recordando los años vividos, quizás del viejo libro de la vida se abra una página detenida en el tiempo, en algún rincón de la memoria, y en un capítulo te señale un hecho que ya habías olvidado.
Allí al leer concienzudamente irás evocando cada cita.
Cada travesía que hiciste en esos años, las aventuras, los amores pasajeros, las citas de media noche.
Y te detendrás al ver un nombre, puede ser María o Luisa, de todas maneras para ti será igual. Tú que querías llevarla a la cama, acostarte con ella, terminaste por contemplar su sueño. Abrigándola con una cobija roída y descolorida por el uso.
Tú que solo querías tocarla, llenarla de caricias ahora muy levemente rozas su cuerpo, en un gesto paternal que apaga los deseos de la carne, del amor entre sábanas. Sin embargo contemplas cada línea de su esbelta silueta y reaccionas ante el instinto libidinoso.
Tu corazón se acelera y te llevas las manos al pecho, tienes taquicardia emotiva, respiras forzadamente y exhalas gemidos similares al corredor exhausto.
Es ahora que comprendes que tu tiempo ha llegado a la etapa final y estás en el ocaso de la vida. Te incorporas con pesadez, y como presagio de tu futuro, acaricias suavemente su frondosa cabellera negra a manera de despedida.

gbl
10/10/2017
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Juan Antonio

Enviado por gabl  



¡Llegó el momento!
Ya mi cabello es tan blanco como las nieves del pico Bolívar.
Es hora de darle la bienvenida a la tercera edad, del andar pausado sin prisa, de pensar antes de actuar impetuosamente. La hora y los días de la sensatez.
Y hoy, me sentaré en mi desvencijada mecedora a contemplar cómo se va lentamente la tarde y van apareciendo en el firmamento las primeras estrellas. Y a mí alrededor los grillos y ranas entonarán sus primeras notas como ensayo de orquesta sinfónica, para su acostumbrado concierto nocturno. Y los acordes me ayuden a evocar los años que quedaron atrás suspendidos en el tiempo y que la mente nunca deja de recordarme lo vivido.
Con los años que me quedan en el tránsito por la vida, haré cosas que aún puedo y que nunca me atreví a ponerlas en práctica, a innovar y darle rienda suelta al ímpetu que carcome mi espíritu aventurero, indomable y flexible. Quizás sea tarde, pero la máxima o dicho popular dice: “nunca es tarde cuando la dicha llega” me animaré.
Y una mañana antes que el sol despunte por su acostumbrado punto cardinal, tomaré mi café, encenderé mi pipa y en mi vieja camioneta de los años setenta emprenderé la ruta hacia los llanos que siempre quise conocer.
Montaré un brioso caballo, ordeñaré alguna vaca, comeré carne en vara y haré faenas propias de los lugareños que solo he visto en fotos de revistas y diarios, y están latentes en mi inquieta humanidad.
¡Qué contraste!, nací a orillas del mar, en Carúpano al oriente del país, vivo desde hace 40 años en Los Andes, en un caserío de contadas casas rurales cerca del cielo, rodeado de neblina y aire frío, y siento fascinación por el llano venezolano. Por sus comidas, el joropo, el queso, el arreo del ganado y galopar por sus grandes extensiones de terreno donde la visión se pierde en su inmensidad y detrás de mí, de vez en cuando, volver la vista e imaginar las figuras que forman la estela del polvo que va dejando el rápido animal que no obedezca al freno y que ande desbocado como caballo de carrera en la recta final.
¡Está decidido!
Viajaré en dos semanas, le dejaré el perro y los dos gatos al compadre Venancio, él los cuidará como si fuesen suyos.
Mañana lo llamaré y lo pondré al tanto de mis planes.
Es más, lo invitaré a quedarse en mi rancho así aprovechará el producto de las cosechas de maíz, lechuga, pimentones, tomates, lechosa, y todo lo que se le antoje de mi sembradío.
Llegado el día, Juan Antonio emprende su anhelado viaje. Su compadre, desde la orilla de la carretera observa como la imagen de la camioneta va desapareciendo en la distancia.
Juan Antonio va a hacer realidad y cumplir con el sueño que guardó para la tercera edad, la edad de vivir la vida sin prisa, sin saber que le depara el destino por tierras desconocidas.
gbl
28/09/2017
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