Camino de Recuas 

Enviado por gabl   Seguir

26 Noviembre 2017, 02:27

¿Que ha sido de las bestias, en las esquinas?, en el paradero de campesinos. Venidos con sus frutos y hortalizas de los sembradíos y conucos en la montaña de los Valles del Tuy, cercana a Siquire, a Santa Lucía, monte adentro en los límites del camino a Guarenas.
Llegaban con la fresca amaneciendo, tiritando de frío que solo el aguardiente casero amainaba.
Llegados en tríos o pares la caravana de recuas cargados hasta reventar. Nobles mulas que soportan el peso sin mostrar cansancio.
Solo se aliviaban cuando el campesino se detenía por una necesidad física. O a comer un bocado cuando las tripas reclamaban.
Cuantos ojos al acecho por ventanas escudriñaban a los hombres que la niebla les daba aspecto fantasmal y cuántas mujeres se atrevieron a ofrecer su morada a cambio de hortalizas, vegetales o frutas frescas y hasta algunas monedas recibían a cambio del favor ofrecido.
Ya en entrando a Guarenas bajaban por la quebrada de Gueime buscaban el camino que los llevaba a la bodega, una vieja y amplia casona que servía de depósito de víveres y expendio de mercancía variada, atendía a la población que apenas se concentraba en las adyacencias de la antigua y amplia casa.
A media mañana, el lugar se iba quedando vacío, y a medida que el sol levanta se alborotaba en las cercanías el olor a estiércol y rancios orines.
Las ráfagas de aire esparcían por calles polvorientas el fétido aroma que hacían que los pocos transeúntes taparan sus orificios nasales con pañuelos de seda.
Hoy, olvidado el viejo y bucólico poblado que en 6 décadas dio paso a la ciudad con estampa pueblerina vienen a mi mente los recuerdos, al ver en un patio dos burros comiendo forraje. Recuerdos dejados en el pasado cuando en mi juventud andaba en bicicleta haciendo mandados a los señores que ostentaban riquezas porque tenían haciendas de cacao en las adyacencias.
Ya no hay paraderos de campesinos ni bestias en las esquinas. Las sepultó el progreso, las hogueras se apagaron y a aquellas mujeres que acechaban el tránsito de los campesinos a través de las ventanas, que entre murmullos corrían la voz en procura de algunas monedas, vegetales o frutas, el tiempo las convirtió en arrugadas abuelas.

gbl
25/11/2017
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