Cuentos 

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EL LOBO Y EL CABRITO ENCERRADO

Protegido por la seguridad del corral de una casa, un cabrito vio pasar a un lobo y comenzó a insultarle, burlándose ampliamente de él. El lobo, serenamente le replicó:
- ¡Infeliz! Sé que no eres tú quien me está insultando, sino el sitio en que te encuentras.

Moraleja: Muy a menudo, no es el valor, sino la ocasión y el lugar, quienes proveen el enfrentamiento arrogante ante los poderosos.

Autor del

cuento

: Esopo

91.07%

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LA MARIPOSA BLANCA

Hace mucho tiempo en un pueblo de Japón se estableció un viejo sabio llamado Takahama, vivía en una uchi detrás del cementerio de Sozanji, un hombre bueno y pacífico, muy querido por todos los vecinos.

El anciano Takahama vivía solo en su casa, nunca recibía visitas, los vecinos jamás han visto a mujer entrar en su domicilio, los mal pensados siempre sacaban conclusiones y hacían conjeturas, algunos, lo consideraban loco, era al único vecino al que apasionaba vivir a la vera del cementerio, los demás los hacían por obligación, este era el principal motivo de que los vecino lo consideraran un loco.

Un hombre muy bondadoso, siempre estaba dispuesto a auxiliar de los demás, en las tardes de verano sacaba su silla y se sentaba a observar el templo del cementerio, pasaba largas horas sin hacer nada, solo su mirada fija al templo de Sozanji.
Le gustaba mucho salir a caminar, caminaba muchas horas al día, recorría todo el pueblo, como todos los del pueblo lo conocían constantemente interrumpía su caminata para entablar alguna conversación, otra pasión era ir a la plaza del pueblo a meditar, siempre comenzaba solo, pero a la hora ya tenía unas cincuenta persona haciendo compañía en la meditación.

Un hombre realmente sabio, muchas personas acudían a él por algunas consultas de asuntos políticos o de bien público, las madres de chicos adolecentes traían a sus hijos para que de algún consejo, esto llamaba la atención de los vecinos, como un hombre que quiere mucho a los niños, jamás a se ha cazado y tener hijos.

Todos los días acudía a la florería del pueblo compraba las mejores rosas blancas, y pasaba por el cementerio, ahí permanecía alrededor de una hora, luego regresaba a su casa y retomaba su rutina de la caminata.

El anciano tenía una edad avanzada, un día enfermo y los vecinos tuvieron que convocar a su hermana y su único sobrino, los familiares acudieron en forma inmediata.

El llegar la hermana y su sobrino lo encontraron mal de salud, tenía una enfermedad muy avanzada, la hermana hacia todo lo posible para darle la mejor atención.

Varios días estuvo en cama con la atención de sus familiares, había días que parecía mejorar, pero al otro día amanecía mal nuevamente, los familiares al ver esta situación se preparaban para lo peor.

Un día como todos los días estaba al cuidado de su sobrino, Takahama se quedó dormido, una gran mariposa entro en su aposento y se posó en la cama junto al hombre, su sobrino trataba por todos los medios sacar a la mariposa fuera de la habitación, pero esta volvía, tres veces la tuvo que sacar a la mariposa de los aposentos de Takahama, la mariposa se resistía y volvía, como si quisiera decir que quería acompañar al enfermo, tanto insistió el chico que la mariposa salió volando de la habitación muy despacio, dando señal al chico que la siguiera, el niño interpreto la señal y la siguió.

La mariposa voló al jardín y de ahí rumbo al cementerio, el chico muy intrigado siguió a la mariposa, la mariposa voló por todo el cementerio y se posó en una lápida de una mujer donde desapareció misteriosamente.

El chico observo la tumba de la mujer, en la placa recordatoria decía llamarse Akiko en ella relataba la edad de 18 años en que había fallecido la mujer, la tumba era vieja quizás tenía unos 50 años, pero el sepulcro estaba llena de rosas blancas algo marchitas.

El niño volvió a la casa de su tío algo intrigado, pensaba en la situación que acababa de suceder, al entrar a los aposentos de Takahama lo encontró que había fallecido, el chico fue corriendo a dar aviso a su madre, comento que se tuvo que ausentar unos segundo y conto la situación que había vivido en el cementerio.

La hermana de Takahama pregunto a su hijo que nombre había visto en la tumba de la mujer y respondio Akiko. ¿Akiko dijiste? pregunto la madre… si madre Akiko te dice algo ese nombre dijo el chico, si respondió la madre, dame un segundo y te voy a contar una historia dijo.

Cuando tu tío era un niño, conoció a una niña llamada Akiko, era una vecina de tu abuela, eran muy buenos amigo, jugaban juntos, sacaban las sillas y se sentaban largas horas a observar las nubes y el rosedal de flores blancas sin hacer nada, salían a caminar y después se sentaban en los bancos de una plaza, crecieron y fueron a la escuela juntos, cuando se hicieron adolecentes, tu tío propuso matrimonio a Akiko, ella acepto y fijaron una fecha para el matrimonio.

Un día como todos los días, salieron a caminar y luego fueron a la plaza a meditar, estando en plena meditación se puso a llover, como era verano se quedaron bajo la lluvia, con tanta mala suerte que Akiko enfermo gravemente de los pulmones, pocos días antes de la fecha fijada para el matrimonio falleció.

Esta es la razón de porque tu tío nunca se casó y compro la casa frente al cementerio para estar cerca de su verdadero amor.
Cuenta la leyenda que Takahama prometió nunca casarse y se mantuvo todos estos años fiel a su promesa, guardo celosamente los recuerdos de su verdadero amor en lo más profundo de su corazón, recreando su vida con Akiko se sentaba en su silla todas las tardes largas horas, salía a caminar recordando cómo lo hacía con su amor, pasaba todos los días por la florería y compraba las más hermosas rosas blancas que existieran para dejársela en la tumba de su amada, su pasión por la meditación, esto era una recreación a diario lo que había vivo con su único amor.

Por eso cuando se aproximaba la muerte de Takahama, Akiko tomo la forma de una mariposa blanca, para acompañarlo en sus últimos días de vida, ahora ya fallecido se encontraran y vivirán junto para siempre.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional japonés

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EL ANCIANO Y EL NIÑO

Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.
Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando:
-¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante?
El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
—¡Qué vergüenza!

Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!

El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas.
!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!

De repente, el burro se revolvió, se precipitó en un barranco y murió.

Moraleja: Si escucháis las opiniones de los demás, acabaréis muertos como este burro. Cerrad los oídos a la opinión ajena. Que aquello que los demás censuran te sea indiferente. Escucha únicamente la voz de tu corazón y no te pierdas en opiniones ajenas.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional de la India

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LA TRISTEZA

El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi madre y lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.

Autor del

cuento

: Rosario Barros Peña

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EL NIÑO Y LOS DULCES

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.

Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.

Autor del

cuento

: Esopo

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HOY QUEMÉ TU CARTA

Hoy quemé tu carta. La única carta que me escribiste. Y yo te he estado escribiendo, sin que tu lo sepas, dia a dia. A veces con amor, a veces con desolación, otras con rencor. Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas, ochenta y ocho palabras, diecinueve comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos ortográficos y ni una sola verdad.

Autor del

cuento

: José Emilio Pacheco

89.62%

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LA CIERVA Y LA VIÑA

Una cierva era perseguida por unos cazadores y se refugio bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubría.
Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
- ¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a quien me estaba salvando!

Moraleja: Sé siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda para salir adelante.

Autor del

cuento

: Esopo

88.89%

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EL NÁUFRAGO

Navegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su lado le dijo:
- Pide a Atenea, pero también a tus brazos.

Moraleja: Cuando pidas ayuda en tus problemas, primero demuestra que ya estás trabajando para solucionarlos.

Autor del

cuento

: Esopo

88.57%

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MI HIJO ESTÁ CONMIGO

Era un hombre que tenía un hijo al que amaba profundamente. Por algún motivo se vio obligado a viajar y tuvo que dejar a su hijo en casa. El niño tenía ocho años y su padre sólo vivía para él. Habiéndose enterado de la partida del dueño de la casa, unos bandoleros aprovecharon su ausencia para entrar en ella y robar todo lo que contenía. Descubrieron al jovencito y se lo llevaron con ellos, no sin antes incendiar la casa.

Pasaron unos días. El hombre regresó a su hogar y se encontró con la casa derruida por el incendio.
Alarmado, buscó entre los restos calcinados y halló unos huesecillos, que dedujo eran los del cuerpo abrasado de su amado hijo. Con ternura infinita, los introdujo en un saquito que se colgó al cuello, junto al pecho, convencido de que aquéllos eran los restos de su hijo. Unos días más tarde, el niño logró escapar de los perversos bandoleros y, tras poder averiguar dónde estaba la nueva casa de su padre, corrió hasta ella e insistentemente llamó a la puerta.
-¿Quién es? -preguntó el padre.
-Soy tu hijo -contestó el niño.
-No, no puedes ser mi hijo -repuso el hombre, abrazándose al saquito que colgaba de su cuello-. Mi hijo ha muerto.
-No, padre, soy tu hijo. Conseguí escapar de los bandoleros.
-Vete, ¿me oyes? Vete y no me molestes -ordenó el hombre, sin abrir la puerta y aprisionando el saquito de huesos contra su pecho. Mi hijo está conmigo.
-Padre, escúchame; soy yo.
-¡He dicho que te vayas! -replicó el hombre-. Mi hijo murió y está conmigo. ¡Vete!

Y no dejaba de abrazar el saquito de huesos.

Reflexión: El apego, ¿te deja ver?, ¿te deja oír?, ¿te deja comprender? El apego te aferra a lo irreal e ilusorio y cierra tus oídos a lo Real y Trascendente.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional de la India

88.46%

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EL ANCIANO Y LA MUERTE

Un día un anciano, después de cortar leña, la cargó a su espalda. Largo era el camino que le quedaba. Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo:
-Para que me ayudes a cargar la leña...

Moraleja: Por lo general, el impulso por la vida es más fuerte que su propio dolor.

Autor del

cuento

: Esopo

87.88%

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