LA SOLUCIÓN PERFECTA 

La fábrica lanzaba un humo pestilente que impregnaba toda la aldea. Los habitantes, cansados de soportar el hedor, invadieron la carretera nacional enarbolando letreros de protesta. Las autoridades se vieron obligadas a escucharlos, pero trasladar esa industria o clausurarla, como ellos exigían, ocasionaría al Gobierno una pérdida enorme. El ministro de economía encontró la solución perfecta: mediante una simple operación en la nariz de cada aldeano hizo que se les eliminara el sentido del olfato.

Autor del cuento: Alejandro Jodorowsky

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