LA PALOMA, EL CUERVO Y EL CAZADOR
Se hizo amiga de un Cuervo una Paloma,
y algún tiempo después tan bien graznaba,
que, al oírla sin verla, era forzoso
que todos por un cuervo la tomaran.
Fue tal su aplicación, que en breve plazo
a robar aprendió con arte y maña.
¡No es raro! ¡ya se ve! con tal maestro
debió salir muy hábil la oficiala.
Muchos granos de trigo, uno por uno,
de cualquier sementera se robaba;
y hurtó tanto, que al fin los labradores
cansados, acordaron atraparla .
Ella, que sus ardides no conoce.
cayó indefensa en la traidora trampa
y al llegar a las manos de un labriego,
a sabroso manjar fue destinada.
Se aflige la infeliz y se disculpa,
diciendo que un mal Cuervo la enseñaba
a graznar y robar. - Pues no te vale,
contesta el labrador, tu excusa vana.
Si con otras palomas anduvieras,
o te quedaras metidita en casa, .
no serías ladrona ni atrevida,
ni te vieras al plato destinada.
Mas ya que con el cuervo te juntaste
y aprendiste tan bien sus malas mañas ,
yo te asaré a la noche, y con tu vida
pagarás las espigas que me faltan.
Siempre tiene mal fin el insensato
que con gente perversa se acompaña.
Autor del cuento: José Joaquín Fernández de Lizardi