La grulla y el flamenco
10 Enero 2022, 16:14
Había una vez un pantano en el que vivían una grulla y un flamenco. Cada uno se había construido su casa en lados opuestos.
Un día, el flamenco se cansó de vivir solo y pensó que lo mejor sería casarse.
—¡Ya sé! Voy con la grulla a pedirle matrimonio —se dijo.
Hasta allá fue el flamenco, ¡plaf, plaf!, chapoteando sin parar hasta llegar a la orilla contraria. Tocó a la casa de la grulla.
—Buenos días, ¿se encuentra la grulla en casa?
—Sí, aquí estoy.
—¿Te gustaría casarte conmigo?
—¿Yo? ¿Casarme contigo? ¡Jamás! Tus patas son muy largas, tu traje es muy corto y además, vuelas muy lento. Además, ¿cómo piensas que me vas a mantener? Vete de aquí, larguirucho.
El flamenco se regreso a su casa igual que había venido. Pero al rato pensó la grulla:
—En vez de vivir sola, mejor sería que me casara con el flamenco.
Así que fue a verlo a su casa y le dijo:
—Está bien, cásate conmigo.
—No, ¿qué falta me vas a hacer tú? Ya no quiero que seas mi esposa, vete de aquí.
Avergonzada, la grulla se puso a llorar y regreso a su casita. Pero entonces el flamenco se lo pensó mejor:
—No debí rechazar a la pobrecita grulla, me aburro mucho viviendo solo. Voy a pedirle matrimonio de nuevo.
Así que llegó a su casa y dijo:
—Ya lo pensé bien y he decidido que sí quiero casarme contigo. ¿Aceptas mi mano, grulla?
—Pues no flamenco, ya no voy a casarme contigo.
Y otra vez el flamenco volvió a su casa y la grulla volvió a pensar:
—¿Por qué le habré dicho que no? ¿Qué caso tiene vivir yo sola? Mejor voy a verlo y le digo que sí quiero casarme con él.
Así que fue a decirle al flamenco, que sí quería ser su esposa, pero él no la aceptó.
Desde entonces no han parado, allí andan los dos, van el uno con el otro para pedirse matrimonio pero nunca terminan de casarse.