HUMO - KOVIZ
20 Enero 2020, 11:43
Los santos dirán que soy un pecador por utilizar la iglesia como un hotel, y ni siquiera regresé para confesarme; mi pena estaba elevada al cubo, ni obligado entraré más en ese
lugar. Mis vecinos del evangelio y testigos de Jehová me llamarán Demonio, solo por ignorarlos cuando tocan mi puerta. ¿Será que nunca tienen oficios? Además, son varios,
deberían leer la palabra entre ellos, del mismo modo que conversar. Y ni hablar de mis amigos los santeros, no por ser más oscuro les voy a obedecer ¡Que les pasa! Las religiones
son un asco, un asco hermoso, tan hermoso porque siempre agradecen a Dios, pero ¿Quién es Dios? Es un hombre o una mujer que cada creyente lo disfraza a su manera. Y lo mejor,
es que es tan justo y verdadero, porque mas allá de una religión, él siempre estará para ti, y tu nunca casi siempre para él.
¡La culpa es de Gabriela! La conocí en un basurero. Se acerco
a mí con la mayor vergüenza, pidiéndome que le diera trabajo, porque no quería seguir comiendo de la basura. Le tendí la mano. Trabajaba tan duro, que se fue ganando mi
confianza. Año y medio más tarde, se compró un departamento. Me invitó, y fui a verla.
Me agradeció, y me dijo que todo eso lo había logrado gracias a mí; a la mano que le tendí. Entre copas las horas pasaron, y tan pronto me di cuenta que era la media noche. Observé la
ventana y podían robarme. No lleve el auto. Cargaba el mejor teléfono, el mejor reloj, la calle estaba semioscura. ¡Tenía miedo ser víctima del hampa! Me tocó quedarme en casa de
Gabriela. Y fue allí, donde me vio tan rico como el petróleo. Entre dormido entro en la cama que dormía. Y antes de reaccionar a golpearla, me besó. Me dijo que la acompañara a cumplir una promesa, pero era fuera de casa, y temía salir sola. La acompañé. Llegamos a la iglesia. Y después se dirigió a mi oído, y susurro “shhh”. Quitó mi camisa. Sus manos fueron
directamente a mi miembro. Le dije: “Te lo advierto, tengo un cinturón negro” Le empezó a dar un masaje, hasta lograr lo que quería. Y me dijo: “Nunca serás una mujer completa
hasta que un negro te la meta” Entendía lo que buscaba, pero jamás la detuve. Se arrodillo frente a mí y llevo mis manos a la parte trasera de su cráneo; insistía la tomara por el cabello. Continúo bajando mi short adjunto con mi ropa interior, logrando así desnudarme. Y todo sucedió como "Con
paciencia y con saliva se lo hizo el elefante a la hormiga" Me sentí raro estando desnudo frente a una imagen gigantesca de la virgen dentro de una iglesia. Y me dije: “Necesitas
salir a la calle en este mismo instante y encontrarte con una bala perdida”.
Le ayude quitándose la camisa y el resto de la ropa. Nuestros pechos se unieron, nuestras manos tocaron hasta lo no debido, y nuestros labios no dejaron de conocer ningún rincón del cuerpo, con ayuda de la lengua.
¡Hicimos el amor en una iglesia! Mis pensamientos me
iban a matar. La cité, dos días después en mi oficina personal. Y ante aquel reclamo confuso, solo me respondió con sexo oral. Ese del bueno, que tranquiliza tu estrés. Me había enredado amorosamente con ella. La odiaba, y amaba lo rico que me trataba en la cama. Era odio y amor, me torturaba. No estaba de acuerdo con esto, era pecado. Me hizo creer en el evangelio, con la razón de que allí me abriría a Dios, y sería perdonado.
¡Me hartaba tener que escuchar casi todos los días a los evangélicos y testigos de Jehová! Que me repetían lo mismo cada vez. Llegue a gritarles “Vayan a joder a los blancos que los negros ya fuimos esclavos”.
Desde allí “tenía el demonio dentro de mi” según ellos, y la biblia que no sabemos por quien fue escrita.
Me tocó huir de mi trabajo, de la ciudad, que entre tantos chismes me colocaban ante la sociedad como un chico gay que engañaba a las mujeres para tener sexo, para violarlas, pero jamás llegue a considerarme homosexual. Tome el libro de Dios y lo guardé. Más tarde conocí la moda de vestirme de blanco. Experimente la santería. Y lo único bonito que vi en ella, fue alejarme de semejante cosa. Gabriela me
catalogó como un hombre sin decisiones, hasta llego a decirme “Querido, que cuerpo tan lindo tienes… lástima de cerebro”. Se alejó y más nunca supe de ella. Sufrí. La necesité, para sexo y otras cosas más como el sexo.
Las religiones son como la sexualidad, si tú llama que
es la fe y el amor, no están encendidos, tu Humo se vendrá abajo y va a desaparecer.
Al final, Santa Claus tenía la idea correcta: visita a la gente una vez al año.