EL PERRO Y SU DUEÑO 

Un perro, que esperaba pacientemente a que su dueño acabase de cenar, salió disparado hacia la cocina en cuanto este se levantó.
- ¡Siempre estás igual! - dijo el dueño -. Ya sabes que no te voy a dar nada.
El perro, sin dejar de mover la cola, replicó:
- Eso dices siempre, sí, pero no siempre lo has cumplido.

Moraleja: Si das esperanzas sin querer, luego no te quejes si te molestan.

Autor de la fábula: Dani Alcalà

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