EL LORO EN TERTULIA
Por una casualidad,
en tertulia se reunieron
brutos y aves, y comieron
en buena paz y amistad.
Hallóse por convidado
a esta célebre función
un Loro, que a la sazón
de la jaula había escapado.
Cada cual, a su manera,
dedicóse a conversar;
el Loro llegó a cansar
con su charla chocarrera.
Con ademán presuntuoso
y con mucha algarabía,
dijo que todo entendía,
que era docto y talentoso.
Ya tocaba la trompeta,
ya pedía chocolate,
y con tanto disparate
el auditorio se inquieta.
Desatinos garrafales
soltaba a cada momento,
y tenía en un tormento
a los otros animales.
Sin embargo, admiradores
tuvo el Loro entre los brutos
que aplaupían, como frutos
de su ciencia, sus errores.
Esto más lo envanecía,
y cuando un ¡bravol escuchaba
del asno que rebuznaba,
«¡ay qué regalo!» decía.
Muy pronto en una camorra
la reunión se convirtiera,
si por dicha no estuviera .
allí la atrevida Zorra.
Conoció el disgusto, astuta;
de calmar a todos trata;
-Lorito, dame la pata,
dijo, entremos en disputa.
Si es anlplio, pues, tu saber,
dime, por Dios, una cosa:
¿Por qué es tu mujer golosa
y qué cosa es la mujer?
Todo se atrojó el salvaje,
y dijo:-Amiga, en rigor.
la mujer es ¡A babor!
¡a estribor! ¡fuego! ¡buen viaje!
Oyendo tales dislates,
por un loco lo tomaron,
y unánitnes condenaron
su charla y sus disparates
-No, no es loco este infelice
(clama la Zorra, de pronto):
habla mucho porque es tonto
y no sabe lo que dice.
¡Verdad amarga, quizá,
que oyó el Loro con despreciol
¡Ya se ve! ¿de esto, al necio
qué cuidado se le da?
A muchos necios aplico
mi fábula, ella comprende.
al que habla mucho y no entiende
lo que habla, como el Perico.
Autor del cuento: José Joaquín Fernández de Lizardi