Cuentos 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores cuentos de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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EL PATITO EMBUSTERO

Un patito mentiroso se cayó en lo que parecía un lodazal y, en vez de perder energías pidiendo auxilio, nadó rápidamente lo poco que lo separaba de la orilla y fue junto a papá pato a contarle su aventura. Como era un patito bastante evolucionado, le dijo:
- Papá, allá se está formando un gran charco de petróleo.
- ¡Qué va a ser petróleo! -le respondió la voz de la experiencia -. Será un charco como otro cualquiera.
- Es petróleo -insistió el patito- y uno puede ahogarse si se cae dentro.
- ¡Bah! Es inconcebible que creas en patrañas. Vamos, te demostraré que no lo es y para sacarte el complejo me tiraré a él.

Papá pato buscó unas matas ni muy bajas ni muy altas para lanzarse desde allí y planeó tan estupendamente que cayó justo en el centro del charco. Entonces, nadó y nadó, pero no pudo recuperar la orilla porque era nomás un viscoso pesado petróleo.

Moraleja: En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso.

Autor del

cuento

: Teresa Méndez-Faith

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LA ZORRA Y EL COCODRILO

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
- No es necesario que me lo digas - replicó la zorra - las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.

Moraleja: Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.

Autor del

cuento

: Esopo

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EL SANTERO

A cierta romería,
sobre una dócil mula caballero,
iba en Andalucía
un pícaro santero,
que de cada espolazo
al animal sacábale un pedazo,
y mientras, cariñoso le decía:
Corra, que su cachaza me atribula;
corra por caridad, hermana mula.

Moraleja:
Faz de paloma, corazón de arpía,
palabras de ángel y obras de demonio:
tal es, sin levantarle testimonio,
la pérfida, la vil hipocresía.

Autor del

cuento

: Juan Eugenio Hartzenbusch

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EL HOMICIDA

Un hombre que había cometido un homicidio era perseguido por los familiares de la víctima.

Pero llegando a orillas de un río, tropezó con un lobo y, huyéndole, se subió a un árbol de la orilla; y cuando estaba allí subido miró una serpiente que trepaba hacia él, por lo que optó por echarse río, donde terminó en la boca de un cocodrilo.

Moraleja: La naturaleza es enemiga de los malvados.

Autor del

cuento

: Esopo

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EL PERRO Y LA ALMEJA

Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó
inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:
- Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.

Moraleja: A menudo los impulsos irreflexivos nos traen malas consecuencias.

Autor del

cuento

: Esopo

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EL BUEN REY LEÓN

Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
Bajo su reinado se celebró una reunión general de los animales para disculparse y recibir mutua satisfacción: el lobo dio la paz al cordero, la pantera al camello, el tigre al ciervo, la zorra a la liebre, etc. La tímida liebre dijo entonces:
- He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.

Moraleja: En un Estado en el que se practica la justicia, los humildes pueden morar tranquilos..., pero no deben atenerse.

Autor del

cuento

: Esopo

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LA ENCINA Y LA CAÑA

Dijo la Encina a la Caña: “Razón tienes para quejarte de la naturaleza: un pajarillo es para ti grave peso; la brisa más ligera, que riza la superficie del agua, te hace bajar la cabeza. Mi frente, parecida a la cumbre del Cáucaso, no sólo detiene los rayos del sol; desafía también la tempestad. Para ti, todo es aquilón; para mí, céfiro. Si nacieses, a lo menos, al abrigo de mi
follaje, no padecerías tanto: yo te defendería de la borrasca. Pero casi siempre brotas en las húmedas orillas del reino de los vientos. ¡Injusta ha sido contigo la naturaleza!
–Tu compasión, respondió la Caña, prueba tu buen natural; pero no te apures. Los vientos no son tan temibles para mí como para ti. Me inclino
y me doblo, pero no me quiebro. Hasta el presente has podido resistir las mayores ráfagas sin inclinar el espinazo; pero hasta el fin nadie es dichoso.”

Apenas dijo estas palabras, de los confines del horizonte acude furibundo el más terrible huracán que engendró el septentrión. El árbol resiste, la caña se inclina; el viento redobla sus esfuerzos, y tanto porfía, que al fin arranca de cuajo a la Encina que elevaba la frente al cielo y hundía sus pies en los dominios del Tártaro.

Autor del

cuento

: Jean de la Fontaine

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EL ÁGUILA Y LA FLECHA

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres. La vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo. Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó:
-¡Qué tristeza, terminar mis días por causa de las plumas de mi especie!

Moraleja: Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.

Autor del

cuento

: Esopo

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LA IMPERTURBABILIDAD DEL BUDA

Durante muchos años el Buda se dedicó a recorrer ciudades, pueblos y aldeas impartiendo la Enseñanza, siempre con infinita compasión. Pero en todas partes hay gente aviesa y desaprensiva. Así, a veces surgían personas que se encaraban al maestro y le insultaban acremente. El Buda jamás perdía la sonrisa y mantenía una calma imperturbable. Hasta tal punto conservaba la quietud y la expresión del rostro apacible, que un día los discípulos, extrañados, le preguntaron:
-Señor, ¿cómo puedes mantenerte tan sereno ante los insultos?

Y el Buda repuso:
-Ellos me insultan, ciertamente, pero yo no recojo el insulto.

Reflexión: Insultos o halagos, que te dejen tan imperturbable como la brisa de aire al abeto.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional de la India

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LA OLLA DE BARRO

Era un lechero acaudalado y que contaba con varios trabajadores en su lechería. Llamó a uno de ellos, Ashok, y le entregó una olla llena de mantequilla para que la llevase a un cliente de un pueblo cercano. A cambio le prometió algunas rupias extras. Ashok, muy contento, colocó la olla sobre su cabeza y se puso en marcha, en tanto se decía para sí: “Voy a ganar dos rupias. ¡Qué bien! Con ellas compraré gallinas, éstas pronto se multiplicarán y llegaré a tener nada menos que diez mil. Luego las venderé y compraré cabras. Se reproducirán, venderé parte de ellas y compraré una granja. Como ganaré mucho dinero, también compraré telas y me haré comerciante. Será estupendo.

Me casaré, tendré una casa soberbia y, naturalmente, dispondré de excelente cocinero para que me prepare los platos más deliciosos, y si un día no me hace bien la comida, le daré una bofetada”. Al pensar en propinarle una bofetada al cocinero, Ashok, automáticamente, levantó la mano, provocando así la caída de la olla, que se hizo mil pedazos contra el suelo derramando su contenido. Desolado, volvió al pueblo y se enfrentó al patrón, que exclamó:
-¡Necio! ¡Me has hecho perder las ganancias de toda una semana!
Y Ashok replicó:
-¡Y yo he perdido mis ganancias de toda la vida!

Reflexión: El futuro es un espejismo. Éste es tu momento, tu instante. En lugar de fantasear con la mente, pon las condiciones para que la semilla pueda germinar.

Autor del

cuento

: Cuento tradicional de la India

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